lunes, 29 de agosto de 2011

Comentario literario: la sombra de un ciprés es alargada, Delibes



En mi comentario literario de hoy os voy a hablar del gran Miguel Delibes y una de sus grandes obras: "las sombra de un ciprés es alargada". El ciprés es un árbol que está cargado de simbolismo, se le conoce comúnmente como "el árbol de la vida" aunque en Europa es símbolo de duelo.

Delibes se caracteriza por ser un escritor con un uso del lenguaje exquisito, un dominio de las apalabras insuperables, sobre todo a la hora de describir, lo hace casi fotográficamente, con un lenguaje hábil, sencillo y adecuado. Con las emociones es igual, les busca un trasfondo humano y a la vez universal y los mezcla hasta no poder discernir el uno del otro.

En "La sombra de un ciprés es alargada" se nos hace mirar a la muerte sin tapujos, como lo que es, ni más ni menos. Nos presenta un problema filosófico fundamental y omnipresente: el existencial, desde el punto de vista de un niño, como casi en todas sus novelas.


Pedro es un niño huérfano al que su tío deja a cargo de un maestro (Lesmes) en Ávila, una ciudad tan vieja y sombría como el propio maestro. Dicho maestro es un personaje fundamental pues en torno a su idea de lo que es la vida irá moldeando al chiquillo, tanto a él como a Alfredo, un niño que viene poco después de la edad de Pedro.

Ambos se hacen amigos, esa amistad tan sincera que solo existe cuando somos pequeños. Alfredo es un chico risueño y soñador aunque débil físicamente. Pedro es más fuerte, aunque mucho más realista que su querido amigo. A ambos, sin reparar en sus diferencias, el maestro Lesmes los moldea a su imagen y semejanza, inconsciente de lo que ésto va a suponer en sus vidas. Alfredo, como ser soñador es menos vulnerable a esas ideas que Pedro que, poco a poco, siempre le va dando la razón a su maestro.

Lesmes les inculca a los chavales que la existencia es cruel y despiadada y que hay que estar prevenido con ella... que la vida muchas veces nos arrebata las cosas que más queremos y que, ante esto, lo que mejor que se puede hacer, es permanecer impasible ante las personas, no mostrarles nuestro cariño, siquiera quererlas pues, al hacerlo, corremos el riesgo de que, si algún día las perdemos, el dolor sea inaguantable y nos quiebre. En síntesis: mejor no tener nada antes que tener que perderlo.

Esta concepción pesimista de la existencia queda demostrada con la muerte de Alfredo. Pedro, ante tan trágica circunstancia, comprueba en sus carnes cómo es desprenderse de alguien a quien quiere y llega a aceptar la idea de su maestro de mejor no querer nada para no tener que sufrir al desprenderse de ello.

Esta idea la lleva a rajatabla durante el transcurso de su vida. Elige la profesión de marinero al ser esta solitaria e impedir crear lazos humanos al estar siempre viajando. En parte es una especie de huida, cuando está en el mar, no se tiene que enfrentar a sí mismo sino a la naturaleza, mucho más fuerte e indomable que las personas e igual de poderosa que la muerte, la cual está de forma perenne en su pensamiento.

Esta vida como es normal se le antoja solitaria y con el tiempo falta de alicientes.

"Y un montón de hombres arremetió a tiros con otro montón contra el que nada tenía en realidad".


No obstante el capítulo de la guerra civil lo reafirma aún más en su idea y no será hasta su charla con una afable anciana que le enseña lo que realmente es la vida cuando cambie de opinión. Esa anciana le ensañará más tarde que pronto lo que debió enseñarle su maestro.

Debido a esta charla, Pedro se deja caer en manos de una mujer, Jane, se enamora, incluso se casa... rompiendo así con todas las ideas que le había inculcado su maestro, con todo su estilo de vida, transformándose en un hombre radicalmente opuesto al que era.

No obstante, la vida de nuevo se encarga de demostrarle con dolor que su maestro tenía razón. La muerte es una constante en esta novela, que llega repentina y cruel, como es en sí misma al fin y al cabo. La muerte es el elemento sobre el que se sustenta la vida de Pedro.

Quizás si su maestro no le hubiera inculcado ese pesimismo, esa apatía... no sería así, ésa es la duda que nos plantea Delibes... es decir, cómo una influencia tan clara como la de un maestro en la infancia puede intervenir de manera determinante en la vida de una persona y si esto puede cambiar con el tiempo o no, debido a que es algo que nos han enseñado desde pequeños. Esta duda se puede "transportar" a nuestro día a día y hacernos reflexionar si realmente somos como queremos o como "nos han hecho".

A Pedro lo han forjado en la muerte, a base de golpes, a él siempre le han gustado los cipreses, con sus sombras alargadas y afiladas, como la muerte, a su amigo Alfredo sin embargo le gustaban más los pinos, de sobras redondeadas y chatas.

También nos hace plantearnos si ese "sistema de renuncia" en la vida realmente es práctico, es decir, si Pedro se hubiese atenido a él siempre ¿No habría sufrido tanto? y de ser así ¿Merece la pena? en mi humilde opinión creo que no, prefiero vivir con dolor que vivir sin dolor pero muerto en vida.

Finalmente acabo este comentario recomendando este libro encarecidamente, es de fácil lectura, algo lento quizás y hace meditar sobre nuestra propia existencia. Os dejo una cita que sintetiza un poco la idea de la obra, espero que os guste queridos drugos:

"Las bodas no serían tan frecuentes ni se adornarían con detalles tan superfluos e insensatos si los novios pensasen en su día que uno de los dos ha de enterrar al otro".

domingo, 28 de agosto de 2011

Apatía


Hoy tengo la necesidad de escribir pero me encuentro ante el problema de que no tengo nada que decir. Gradiva me ha abandonado, en realidad ahora mismo no sé muy bien quién es mi Gradiva. La apatía es lo peor que puede pasar a alguien que escribe, dibuja, baila... en definitiva a cualquiera relacionado con las artes ¿Por qué? la falta de estímulos es inaguantable, eso de querer decir algo pero no tener qué exaspera.

Creo que hoy si me pusiera a andar por la ciudad no me fijaría como es mi costumbre en los rostros de aquellos con los que me cruzo, ni imaginaría la vida que ocultan tras sus ojos.

Puede que esa anciana alguna vez haya sufrido por amor, que esa mujer sea una femme fatale, que ese niño de carita de ángel sea un auténtico demonio, un trasto que desespera a su madre, una madre cariñosa y afable...

Hoy vería a todas esas personas como borrones que pasan a mi lado, caras anónimas que no me despiertan el mínimo interés. Sombras que andan, respiran... sus corazones laten y ya está, sus ojos son esquivos y sus sonrisas falsas, mis pasos vacilantes. Creo que olvidé andar.

Quizás mis pasos inseguros me llevaran a mi amado jardincillo, pero allí los recuerdos, los errores, las dudas, los triunfos... me perseguirían de igual manera. Una no puede huir de sí misma ni de sus pensamientos ni de sus frustraciones. Lástima, por un momento creí que sí que podría... pero no, cada vez que miro a la luna, ésta se encarga de recordármelo.

Me cago en mi presente, me masturbo con mi pasado.



jueves, 25 de agosto de 2011

Noches de no pasión


Como dijo Neruda yo esta noche no sé si podría escribir los versos más tristes, en realidad no sé qué podría escribir o siquiera si sabría escribir. Creo que esta noche lo he olvidado todo, incluso quién soy.


He perdido la noción del tiempo, del espacio. Ahora podría recorrer el mundo andando. La oscuridad me asfixia y sin embargo la luz me da miedo, un miedo terrible... me ciega con su brillo y me quema con su leve calor ¿Leve?

Quizás anhele algo que está lejos o quizás algo que nunca he conocido. Hay ángeles que ascienden de infiernos y diablos que son beatificados, el mundo está del revés. Mis tripas vomitan sangre y mis pies se encallecen al recorrer la ciudad mil y una veces escuchando canciones decadentes o voces lejanas.

Y qué más da si la soledad siempre está: quizás uno no busque tanto ser amado como ser comprendido, decía Orwel. Quizás él tuviera razón, tal vez era un visionario y no un loco... la locura, no es cuestión de estadística, como tantas otras cosas. Lástima que poca gente entienda esa frase.

martes, 23 de agosto de 2011

¿Tan solo palabras?


Palabras. Y con palabras se puede crear el erebo más espantoso o el paraíso más fantástico. Utopías. Con palabras se puede crear la vida de un hombre, sus fundamentos, o sino mirad la Biblia... que muchos siguen pero pocos leen. Palabras. Con palabras se puede crear un estado entero, otra cosa es haberlas interpretado bien... y sí me refiero al Manifiesto Comunista.

Hay palabras que son torturas en si mismas, palabras que dañan, palabras que pueden derribar a un ser humano en cuestión de segundos: ya no te quiero. Otras, sin embargo, pueden auparlo a la gloria, pueden elevarlo hasta saborear las mieles del éxito, la ambrosía...

Las palabras... medio de manipulación desde tiempos decimonónicos, capaces de crear espejismos, sueños. Las palabras que catapultan hacia otra realidad, que absorben, que abstraen, que liquidan la mente o la masturban hasta hacerla morir de placer...

Dejadme un puñado de palabras y dominaré el mundo.


viernes, 19 de agosto de 2011

Comentario literario: La metamorfosis, Kafka

"La metamorfosis" es una de las obras más conocidas del escritor checo Franz Kafka. Su lectura es fluida, casi se puede decir que fácil, si nos limitamos a leer la fábula que nos presenta sin más, cosa distinta es cuando buscamos una interpretación, el significado de la metáfora o de esa alegoría que parece revolotear bien oculta entre las palabras.


Kafka ha sido objeto de muchos estudios, mucha gente opina que son simples fábulas, cuentos, que no ocultan nada; otra sin embargo piensa que, por las circunstancias personales del autor, sus relatos están impregnados de segundas intenciones tanto políticas como sociales o psicológicas.


Yo me creo más lo segundo que lo primero, una persona como Kafka, según lo que he leído de él... no escribiría por escribir: escribiría para transmitir. Por eso esta lectura me ha resultado difícil y creo que no la he comprendido del todo, quizás la vuelva a leer dentro de unos años con otra perspectiva, de momento, a las conclusiones que he llegado son las siguientes:


En primer lugar, me llama la atención la vida que llevaba antes de la metamorfosis. Por entero el protagonista (Gregorio), se dedicaba a mantener a su familia, del trabajo a casa y de casa al trabajo. Su vida no tenía ningún aliciente, su vida era vacía, insulsa... su vida era la misma que después de la metamorfosis, no cambia nada ¿Qué nos quiere decir Kafka con esto? yo creo que hace un símil: la vida de humano y la vida de insecto y establece pocas o ninguna diferencia entre ambas... ¿A qué idea nos lleva este símil?, a la alienación.


A lo largo de la novela el protagonista poco a poco se va olvidando de que una vez fue humano, casi lo llegó a olvidar del todo. Lo mismo sucedía antes de la metamorfosis: no era humano, era una simple e insignificante máquina que, (como pasa en la novela) cuando no sirviera de nada tan solo le cabría esperar la muerte.


Seguimos con el análisis por esta rama. Cuando permanece encerrado, en la mañana de su metamorfosis en su habitación, recibe la visita de un superior; pese a que nunca hasta entonces había faltado al trabajo, este superior le recrimina su actitud, le dice que es un mal trabajador y cosas similares... que debe levantarse inmediatamente e ir a trabajar, que no tiene excusa.


Esta actitud me reafirma en la creencia de que la vida de Gregorio antes de la metamorfosis era una vida alienada al mecanismo de la sociedad y su puesto en él. Era un trabajador explotado (coincidiendo con el contexto histórico de la época) sin derechos. Su puesto era producir y, cuando no pudiese producir: no importaba.

Todo esto coincide con el relato, Gregorio era el sostén económico de su familia, el único sostén; cuando la familia ve que no volverá a su estado natural, lo repudia por ser un bicho asqueroso incluso deseando su muerte ¿De qué sirve un feo insecto? no traerá el dinero a casa.


Otra cosa que me llamó mucho la atención fue la incomunicación del protagonista, está ligada a la idea anterior: insecto y humano no son tan diferentes. Gregorio estaba tan incomunicado cuando era humano como cuando era insecto, importaba tan poco cuando era humano que cuando era insecto. Creo que, en cierta manera, su vida cuando era hombre era la misma que siendo un bicho: INEXISTENTE, insignificante... es lo que Kafka más resalta.


Esta idea me llevó a pensar... "vale... ¿Por qué Kafka me dice esto?" y el pensamiento que me sobrevino fue muy simple: le podría pasar a cualquiera. Kafka parece instarnos con esta fábula a que reflexionemos acerca de nuestra existencia, a veces tan vacía y absurda, como la de Gregorio. Creo que esta es la moraleja del relato.


Pero seguiré analizando. Otra de las cosas que más me llamó la atención fue el paulatino abandono que sufre Gregorio por parte de su familia. Esto también se puede analizar desde un prisma social o político como he dicho antes.


Gregorio siempre se había ocupado de su familia, la había mantenido, incluso tenía la esperanza de meter a su hermana en un conservatorio... sin embargo, cuando no puede sostener a su familia por su condición de insecto, poco a poco se van olvidando de él. En otras palabras: él siempre ha servido a la sociedad como es debido pero, cuando él la necesita, le vuelve la espalda ¿Por qué? porque la sociedad no lo ve como un sujeto, sino como un objeto (volvemos a la idea de la alienación).


Otro rasgo del protagonista que me hace pensar es su conformismo, es decir: se conforma con sostener a su familia, luego se conforma con ser un bicho, incluso se acostumbra, se va conformando con su situación que va cambiando a peor... es como si le diera igual. Su actitud es un tanto nihilista, me recuerda al protagonista de "El extranjero" de Camus el que ante toda situación se muestra impertérrito e inalterable.


Y finalmente resalto en mi comentario el sutil, el ligerísimo toque de humor de este relato. Es muy fino, casi inapreciable, tan solo en algunas circunstancias sobre todo, cuando entran en relación el Gregorio insecto con su familia se puede apreciar, también se aprecia en el aparentemente paulatino cambio en la situación de Gregorio que, a la par, resulta absurdo.


Por todo lo dicho, en su conjunto, creo que "La metamorfosis" es una obra compleja, mi visión es esta igual que podría ser otra y puede o no coincidir con la visión de otras personas es por esto que me atrevo a afirmar que: aún no sé si es tan solo una fábula y todo esto me lo he inventado yo o tal vez no haya visto ni la mitad de cosas que Kafka ocultó en una simple metáfora: hombre-insecto... lo que sí que sé es que este libro puede tener mil y una interpretaciones: os invito a hacer la vuestra queridos drugos, merece la pena.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Es relativo


Tiene plumas de suave negro esmaltado,
su mirada brilla aún en la noche mas oscura,
y sus labios permanecen cerrados,
en la más absoluta cordura.


El tiempo se va
y ella vuela detrás de él.
El hoy lo ha relativizado,
no el ayer.


Se vuelve loca,
esquizofrénica, psicópata.
Una a una
se arranca las plumas,
en el la sangre de su espalda
se escribe: locura.


martes, 16 de agosto de 2011

El templo del alma

Los árboles se erguían como soldados a ambos lados del camino, algunos incluso se inclinaban, buscando el preciado sol. Eran árboles enormes que encapotaban el cielo con sus ramas, que competían por ver quién llegaba más alto. Su follaje, de un verde intenso, resplandecía cuando los rayos de sol les obsequiaba con su caricia.


Un regato recorría con musicalidad el borde del camino de tierra y hojas caídas. Su agua era cristalina y bajaba dando graciosos saltos. Pronto avisté entre el follaje una enorme cascada, el agua caía con violencia, rompiendo en espuma y finas gotas con el fondo de un pequeño lago de aguas cristalinas, que se asemejaba a un espejo.

Este lago, era de aguas tan claras y puras, que se podía ver el fondo. Las hierbas, típicas de los lechos de los ríos, se mecían por la corriente y las truchas iban de aquí para allá, nadando en paz. En la superficie límpida de agua, se reflejaban las montañas, los riscos, los grandiosos árboles y también mi rostro.

Las gotas minúsculas desprendidas de la cascada en su sobrecogedora precipitación, en combinación con la luz, elaboraban caprichosos juegos de luces. El murmullo constante e incansable del agua al caer relajaba el alma y la acunaba en su letargo.

La pared tras la cascada y a ambos lados era de piedra, tapizada de verde, ese verde que solo puede mantener la abundancia de agua. El frescor ponía la piel de gallina y la armonía de destellos, colores y melodía acogía a los sentidos en una bella sinfonía.

Descubrió que el camino seguía tras la cascada y decidió seguirlo, aunque la violencia del agua cayendo la impresionaba demasiado. Por detrás de la cascada, protegida por un techo de piedra preñado de vegetación y de pequeñas estalactitas, se sintió como en un templo, un templo de la naturaleza.

Caían gotas del techo, de las plantas, siempre empapadas; el agua resbalaba por las piedras, moldeándola y caían luego las gotas como diamantes del cielo, jugando con la luz a capricho, creando arco iris.

Tras aquella cúpula vegetal y con el omnipresente murmullo del agua, el suelo estaba enmoquetado de hiedra, los árboles, de troncos estriados, se alzaban al cielo, imposible de ver entre las hojas de los fresnos, chopos, arces, álamos... todas ellas en su multitud de formas y texturas.

Había raíces que formaban nudos, algunos árboles nacían de la piedra, otros tenían hueco el tronco y aún así seguían elevándose hasta el cielo. Extendías la vista y veías chorreras, hijas sin duda de aquellas cataratas que sobrecogían.

Sentí un escalofrío y no por la frescura del ambiente, sino porque, por una vez, estaba en paz con mi alma.

sábado, 13 de agosto de 2011

Decente


Estaban los dos desnudos, en la cama, el uno abrazado al otro, ella le besaba el cuello y le dijo al oído:
-¿Puedo hacerte una proposición indecente?
Él la miró a los ojos.
-Fóllame.


Ignorantes



Os quemaría a todos y solo dejaría en pie vuestra ignorancia, como testigo de vuestra vida vacía, carente de sentido, nula, sin ningún valor.


Gañanes absorbidos por vuestra propia existencia abyecta, inútil, simple. Vivís con la cabeza metida bajo tierra cual avestruz, ignorantes de todo lo que pasa a vuestro alrededor, felices en vuestro paraíso de mierda y bienestar, sin miras hacia algo mejor.


Me exaspera vuestra falta de ambición, vuestras falta de agallas, COJONES como vosotros decís. Tan valientes como sois y vivís en una mentira que no sois capaces de echar abajo cual decorado de cartón piedra.


Prefiero vivir en soledad, que en un sitio así... donde mi voz parece el parpar de un pato, el cual nadie entiende y el cual todos ignoran ¿Cuándo os daréis cuenta de que la vida es algo más que la felicidad inminente? ¿Que la felicidad como la conocéis no existe?


No sé cómo aún tengo deseos de luchar por gente como vosotros, de buscar algo mejor, de escribir y escribir para ver si os dais cuenta... pero no... vivís en Matrix.


Vuestra realidad es tan irreal como vosotros mismos, la comprendéis del mismo modo que os comprendéis a vosotros mismos: de ninguna manera... pues no tenéis fondo.


miércoles, 10 de agosto de 2011

Nos dicen... y yo les digo


¿Y qué es la vida al fin y al cabo sino una suerte de piedras en el camino?

Nos dicen que no somos nadie, que somos culpables de un pecado que nosotros no hemos conocido, nos dicen que nuestra vida no vale nada, que es un soplo de aire en un vendaval. Nos dicen que nuestra carne se pudre al sol y que el polvo vuelve al polvo.

Nos dicen que no existe la libertad y les creemos, nos dicen que existe la felicidad y les creemos.

El mundo es grande, no lo podrás recorrer, pero es pequeño, en comparación con el universo. Nos dicen que el árbol de la vida, es el único verdadero, pero para mí el árbol de la ciencia es un tumor que me enquista por dentro.

Nos dicen que la oscuridad nos debe dar miedo, que las palabras lo expresan todo, pero valen más las imágenes. Nos dicen que el ser humano por naturaleza es egoísta y malsano y nos hacen creer que las guerras son accidentales.

En la escuela nos enseñan lo que es la izquierda y lo que es la derecha, nos enseñan los colores, pero se olvidaron de la gama de grises, se olvidaron decirnos que no todo es o blanco o negro. Nos establecen una moral y todo lo demás es incorrecto, nos dicen que, las personas que se salen del camino, son ovejas descarriadas y no merecen la pena. Nos dicen que poetas como Baudelaire son malditos, que Poe da miedo y que Dalí se drogaba.

Nos dicen que el color de los iris se pueden cambiar con lentillas, que las tetas se pueden operar pero lo que no nos dicen es que no existe el cuerpo perfecto.

Nos dicen que dios es omnipresente y omnisciente, pero no nos dicen que en el cuerno de África, por mucho que crean en dios, se siguen muriendo de hambre. Nos dicen que el petróleo se agotará pero no hacen nada por sustituirlo.

Ellos dicen que el dinero lo compra todo, yo les digo: todo menos la dignidad humana que la pudre, la pisotea y la diseca, colgándola de una pared, o prostituyendola en carreteras y burdeles sórdidos.

Y yo les digo, queridos señores, dueños del mundo, de la sociedad, de la moral, la religión y vuestro asqueroso dinero, tendréis toda la felicidad que vosotros creéis como tal, seréis dueños del mundo entero y de las personas que habitan en él, pero no sois dueños de las ideas, ni de mi pensamiento ni el de todas aquellas ovejas descarriadas, tildadas de malditos, locos, viciosos...

El mundo para mi no es pequeño, lo recorro todo los días con mi imaginación. Yo no soy culpable de ningún pecado, mi único pecado es haber nacido en un mundo infecto de seres como vosotros, que me asqueáis, a los que repudio con todas mis fuerzas y todas mis palabras que valen más que imágenes, que valen más que todo vuestro asqueroso dinero.

Repudio vuestra moral, vuestra sociedad, vuestros ideales, mis ojos son castaños, de un castaño normal y corriente y mis tetas son pequeñas y aún así me considero más bella que todas vuestras modelos juntas, porque soy humana no un maniquí.

A pesar de vuestras enseñanzas yo sí que aprecio la gama de grises y hace tiempo fui más allá del bien y del mal, justo como soñaba Nietzsche, ese mismo que os esforzasteis en malinterpretar, al menos no lo censurasteis como a mi amigo Baudelaire.

Para mí no hay izquierdas ni derechas, hay intransigentes dogmáticos que se olvidaron del verdadero valor de las ideas, para los que el pueblo son simples bueyes que aran su campo de petroleo y gas natural.

El árbol de la ciencia, árbol carnívoro donde los haya, terminó con vuestro querido árbol de la vida, lo masticó como mastican los cerdos burgueses los pechos de las mujeres que prostituis. Vuestra dignidad tocó el fondo de su vagina y acabó de caer cuando pagasteis la cuenta.

Yo no quiero vuestra felicidad y a mí no me digáis que la libertad no existe. La libertad existe y, como dice Sartre, estamos condenados por ello a elegir... elegir si vivir en vuestro mundo de la vida o hacer que germine en nosotros el árbol de la ciencia.

Yo no elijo ni una cosa ni la otra, yo elijo mis ideas.

No me haréis odiar al ser humano por mucho que en vuestros cuerpos encarne su peor faceta, por muchas guerras que creéis, por muchos motivos egoístas que queráis darles, por mucho que me digáis que el ser humano no vale nada, que es un átomo en la inmensidad del universo, por mucho que me intentéis hacer creer que el ser humano es lo más cruel y despreciable que habita en la Tierra, no me haréis cambiar de opinión:

El ser humano existe y os echará de vuestro negro trono de petróleo, el ser humano se alzará y las ovejas descarriadas os enseñarán la lección que os faltó aprender: la lección de la humanidad.

martes, 9 de agosto de 2011

Torre de Babel




El cielo era azul, con dispersas nubes que se disipaban con el movimiento. El horizonte, con su perfección y simpleza me pareció bellísimo, esa clase de belleza que solo posee la naturaleza en sus más simples formas. La línea de la costa era sin embargo recortada, de afilados acantilados, llenos de vegetación. Las piedras, erosionadas por la fuerza combinada del viento y del agua dejaban espacio a una pequeña cala.


Era una cala recogida, amparada por los altos peñascos, de arena blanca y fina, las olas rompían no con demasiada fuerza, pero tampoco con debilidad. Estaba segura de que aquella cala, con la marea alta, sería engullida por el mar. La enorme presencia de conchas, blancas y lisas y caracolas lo evidenciaba.


Allí se podía respirar un aire húmedo, pero puro, límpido y suave. El vientecillo acariciaba la piel, como la podría acariciar la seda. El agua, al principio fría, una vez que te acostumbrabas era ideal. Tonificaba la piel, limpiaba las impurezas y relajaba los músculos.
El sol se reflejaba en la superficie del agua como se refleja en las caras de un diamante. Destellos que solo podrían desprender las gemas preciosas, también lo desprendía la gema más brillante de toda la tierra: el mar. El olor a sal era penetrante, llenaba los pulmones y parecía limpiarlos por dentro.


Tumbada en la toalla, si cerraba los ojos podía escuchar todos los idiomas, el delicado francés, el rudo alemán, el gracioso italiano, un acento argentino por allí, uno andaluz por allá, alguna frase en inglés, otra en catalán. Aquello parecía la torre de Babel, pero esa comparación me pareció horrenda, pues allí la gente se entendía perfectamente. Todos hablaban el idioma de la naturaleza pues todos entendían el murmullo del mar, el silbar del viento entre las rocas, el susurro de los árboles…


Los cuerpos estaban desnudos y se tendían al sol para absorber su calor, otros andaban por la playa o se bañaban. No eran cuerpos perfectos en su mayoría pero, en su imperfección al menos eran humanos. Las pieles eran de todas las tonalidades, los cabellos se agitaban por igual ante el paso del viento y las miradas contemplaban con el mismo sobrecogimiento el horizonte.


El sol pronto se pondría y llenaría de claroscuros los cuerpos curvilíneos y voluptuosos de las mujeres, las miradas de los hombres se posarían en sus caderas, tal vez en la sombra de su pubis o en la firmeza de sus senos y por qué no también se fijarían las mujeres que, más detallistas, tal vez se fijarían en el color de los ojos.