sábado, 23 de junio de 2012

Monte de Venus



La poesía como etérea artimaña para acercarnos a lo inefable. La expresión de la belleza, de lo intangible, de lo real y el sueño inalcanzable; eso es la poesía, la elevación del espíritu, su sublimación.

En palabras se evapora el alma, en versos se transforma la magia, y en lo más hondo de tu mente se dibuja la pintura de aquello que se rima, con todas sus metáforas y alegorías, con toda su enrevesada simplicidad, o simpleza complejísima. Es ahí donde sitúo esta imagen... que mis tiempos de poeta quedan ya tan lejos, como el viaje que recitaba Homero; que los versos en mi se perdieron, y en mi lengua sin más enmudecieron.


¿No es acaso una poética expresión de la vida, tener su cabeza durmiendo entre mis piernas, a la altura del ombligo, justo donde el vientre plano da lugar al monte de la diosa Venus? esa misma diosa que riega su apariencia, que nos protege en su amparo... ¿No es acaso una visión poética digna merecedora de rimas y ritmos, que sus grandes ojos color zafiro me miren inocentes mientras desgarra mis muslos a base de delicados besos?, ¿no es poesía albergarlo en mis pechos?


Poesía es... poeta de mi carne también. 

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