viernes, 10 de diciembre de 2010

Es solo tuyo

Su pelo huele a miel, cae por la espalda dejando libre su cuello que desprende olor a mimosa. Su piel es blanca y aunque dista de ser perfecta es suave como un melocotón. Sus piernas largas, pisan firmes el suelo, sin miedo a romperlo, tiene suaves curvas que, aunque no son pronunciadas, perfilan la sinuosidad de su cuerpo con redondeces sugerentes.

Su ombligo es pequeño, su vientre liso y sus pechos no presumen de ser grandes pero aún pequeños atrapan la mirada por su tersura, su redondez y por qué no su belleza. Su clavícula está marcada y sus brazos caen despreocupados a ambos lados del cuerpo. No oculta su desnudez, no tiene vergüenza ¿Por qué habría de tenerla? sus uñas son negras al igual que la sombra de sus ojos de color castaño miel, sus labios son rojos, pequeños y marcados, atrapan su mirada como un imán y ella lo sabe.

Pero esta vez el resto de su cuerpo es el protagonista, el que acapara todos sus sentidos, el que evoca su deseo, que se esfuerza en disimular como se disimula un pecado recién cometido. Ella no cree en dios, no tiene religion, no tiene vergüenza, la dejaría olvidada en algún sitio, tampoco ve su desnudez como algo malo, al revés, le gusta. A ella le gusta que él la mire así, que beba de su templo de carne con los ojos y que intente disimularlo le produce gracia.

-Sabes que no te puedes resistir a esto... y menos sabiendo que es solo tuyo.


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