Hoy más que nunca tengo miedo. Lo que sea de mí, cada vez menos depende de mí. Las ideas no sirven de nada, la cultura no sirve de nada, la protesta no sirve de nada, existir no sirve de nada... este sistema que nos convierte en datos estadísticos, que nos rebaja a meros números englobados en un porcentaje, este sistema que olvida que ante todo somos personas, y que tenemos una vida que solo podemos vivir una vez.
Yo no lo elegí. La dictadura del número.
Aguantar cómo te cortan las alas sólo porque unos pocos, que no tienen ni puta idea de lo que han votado, así lo hayan decidido. Aguantar que te denigren como persona, que te pisoteen como individuo, que te ignoren como ciudadano... cuando ni siquiera crees en el concepto de ciudadanía, cuando ni siquiera te sientes perteneciente a ese invento que llaman nación, a ese país que llaman estado; cuando tus ideas están por encima de todo eso.
Y ves con diversión cómo intentan alienarte, llenando tu cabeza de cosas absurdas y banales; mintiéndote, pretendiendo hacerte ver lo blanco, negro; metiéndote el miedo en el cuerpo de que las cosas tienen que ser así porque no hay alternativa, siempre hay alternativa, otra cosa es que convenga; alienarte, privándote de los instrumentos que te salvan de ello, como es la cultura, la educación... como es el derecho a expresarnos libremente, a manifestarnos sin miedo, sin coacciones.
Pero el espíritu no se achanta. Siempre habrá libros que leer, aunque no haya profesores para explicarlos. Siempre habrá palabras que escribir, aunque no haya plataforma que las publique. Siempre habrá personas con dos dedos de frente y sueños (diferentes de los que propagáis) que luchen contra lo establecido. Siempre habrá ideas que difieran. Y, por mucho que nos cortéis las alas, por mucho que nos hundáis en le barro y la miseria, por mucho que intentéis infundarnos ese odio y ese miedo, por mucho que nos intentéis hacer ver las cosas en blanco y negro... para nosotros siempre existirá la escala de grises.
Porque no necesito aquello que me prometéis, ni aquello que me vendéis... yo sólo necesito ser en todo momento consciente de lo que soy y lo que no quiero ser, y que en el mundo, al menos, exista otra persona que también sepa lo que es, lo que no quiere ser y a dónde quiere llegar. Con eso en mi cabeza, nunca me tumbaréis. Aunque me despojéis del resto de mi vida, aunque mi vida en vuestro sistema no valga nada.
Me ha llegado al alma. Se me saltan las lágrimas con la fuerza y la esperanza que le pones.
ResponderEliminarAbsolutamente genial y cierto.
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