domingo, 26 de febrero de 2012

Amor de mi vida (dos puntos)



Arrasado, como un campo de trigo después de un incendio... donde antes estaba todo, ahora sólo queda un insoportable vacío, dolor, impotencia y, sobre todo, tristeza... tristeza por lo que fue y  que ya no es, por lo que importó y ya no importa, por lo que significó y ya no significa... tristeza por lo que no será, por lo que no importará, por lo que no significará.


No es lo que se ha perdido... es lo que no será...


Hoy no tengo nada que decir... salvo que lo siento, lo siento por todo aquello que ya no está en mi mano darte. Sé que leerás esto, por eso te pido perdón, por todo el daño que te he causado. Perdón también por ser tan fría... pero las palabras, como las lágrimas y como tantas otras cosas se me han agotado. 


TODO ES EFÍMERO, POR ÁNGEL GONZÁLEZ:


Ninguna era tan bella como tú
durante aquel fugaz momento en que te amaba:
mi vida entera.



jueves, 23 de febrero de 2012

Todo es absurdo



Los recuerdos son como las estrellas en el cielo, interminables... y siguen brillando aunque hace tiempo que hayan muerto. Era... como un ataúd de cristal al aire libre, donde veías pasar los días con sus consecutivas noches, donde veías que el cielo se teñía de naranjas y azules, donde las nubes iban y venían al igual que las aves, donde luego el sol incendiaba el cielo y desaparecía para dejar paso a la fría noche y a la tenue luz de la luna que acariciaba mi rostro con lástima.


Y la lejanía, la lejanía era insoportable y, aunque estuvieras muerta en ese ataúd, tus ojos lloraban hasta secarse... tu corazón y tus piernas se habían quebrado y de tanto dolor... astillas de hueso clavadas en el músculo, el tuétano partido cruelmente, el hueso atravesando la piel... de tanto dolor... dejó de doler. Vuelves de entre los muertos, incapaz de sentir, incapaz de pensar, incapaz de emocionarte, incapaz de interesarte por nada... simplemente estás, pero en realidad es como si siguieras en ese ataúd de cristal, pues sigues viendo pasar los días igual, de hecho ni siquiera te importa si es de día o de noche... de día te cobijan las sombras, de noche, la diáfana luz de las farolas.


El vacío es insoportable, las palabras quedan vacuas en el papel, carentes de sentido... la vida de los demás te parece algo abstracto, como si no estuvieran ahí y, la tuya, lejana, como si no te perteneciera... ese vacío te agobia, te asfixia, quieres expresar... pero no hay nada que expresar; quieres sentir pero no hay nada que sentir... tus pensamientos se repliegan sobre sí mismos y solo sabes encerrarte aún más en esa nada, en ese absurdo tan grande del todo reducido a lo insignificante.


Es absurda la naturaleza de las cosas. Por qué amamos, si luego no será nada; por qué tenemos amigos, si luego se irán; por qué te preocupas, si luego no importa; por qué luchas, si vas a perder; por qué crees, si te decepcionará; por qué sueñas, si tus sueños se romperán...


Absurdo, todo es absurdo. Nosotros somos un gran absurdo. Quizás el secreto de la vida esté en conocer y reconocer el absurdo, aceptar la nada y vivir en la mentira que decidimos creernos... o buscar ese ideal, que no estamos seguros de que exista pero, mientras tanto, nos entretenemos. 


miércoles, 15 de febrero de 2012

Diálogo Socrático: la inmortalidad del alma



El otro día, fui al psicólogo y me preguntó una de esas preguntas... de las de toda la vida vaya, quería saber qué pensaba al respecto y empezamos a divagar, no sé si en mi locura o en mi idea:

-¿El alma es inmortal? ¿Tú qué crees?

+Es una cuestión interesante.

-Seguro que tienes una idea al respecto.

+Claro que la tengo... yo siempre tengo una idea al respecto de todo lo que se puede tener ideas al respecto.

-Muy bien, habla pues.

+Si no estás de acuerdo, puedes interrumpir.

-Seguramente no estaré de acuerdo.

+Por eso es interesante, de lo contrario, no estaría aquí.

-Estás aquí porque tienes un problema.

+¿Mental? ¿Psicológico? sí, supuestamente estoy loca, pero bueno, eso es lo que dice la mayoría y, lo que dice la mayoría, no siempre es verdad. Tal vez esté loca a tus ojos, porque tu idea de locura se corresponda conmigo, pero puedo no estar loca a mis ojos, porque mi idea de locura no se corresponde conmigo... pero dejemos a Aristóteles... el alma... sí el alma, un tema muy interesante.

-Habla.

+Yo creo que el alma no es inmortal.

-¿Por qué crees eso?

+Es muy sencillo, hasta tú lo comprenderás. A ver... si el alma es inmortal, el alma es infinita ¿Entiendes eso?

-Sí, claro que sí.

+Bien, entonces lo entiendes todo. Si el alma es inmortal el alma es infinita. Si mi alma es inmortal, tu alma es inmortal y tanto la una como la otra son infinitas ¿No?

-Sí claro.

+Pues no.

-¿Cómo que no? si todas las almas son inmortales, todas son infinitas.

+Pues precisamente si todas las almas son inmortales, no pueden ser infinitas.

-Discrepo.

+Te aconsejo que no lo hagas. Te explico, creo que hasta tú lo entenderás. Si mi alma y tu alma (así como las del resto) son infinitas, al estar juntas, como ahora, en una misma habitación, en una misma sociedad... se vuelven finitas. ¿Por qué? porque tu alma y la mía no son las mismas, ambas son infinitas pero, al estar juntas se restringe su infinitud y se vuelven por tanto finitas.

-Si un alma es inmortal, es inmortal siempre. 

+Recuerda que hemos dicho que inmortalidad es igual a infinito, así pues, eso se anula cuando dos almas inmortales están juntas. Ergo... la inmortalidad del alma no existe. Y hay algo más que no existe con esta premisa.

-¿El qué? 

+Dios.

-Es cierto que Dios tiene que ver con la inmortalidad del alma, por ejemplo, desde el punto de vista del cristianismo... pero no veo por qué no existe dios si no existe el alma inmortal.

+Pues por el mismo razonamiento.

-¿Hasta yo lo entenderé?

+Hasta tú lo entenderás. Vamos a pensar que no sabes lo que acabo de explicar, vamos a pensar que el alma inmortal existe, como nos dice el cristianismo. Si mi alma es inmortal (y por tanto la del resto también) ¿Cómo se puede creer entonces que hay un ser inmortal superior a nosotros? Es algo totalmente absurdo. Me explico. ¿Si yo soy infinito... cómo puede haber algo "más infinito" que yo? no existe algo más infinito que el infinito, esa idea te parece absurda ¿Cierto?

-Claramente.

+Pues, por coherencia, la idea de dios te tiene que parecer igual de absurda. No existe un ser inmortal superior a otro ser inmortal. Estarían en igualdad de condiciones. Yo soy infinita, porque mi alma es inmortal, Dios es infinito porque es inmortal... entonces o yo soy dios o ni dios ni el alma inmortal existen. 

-En ese caso seríamos dioses y, por eso, tenemos alma inmortal.

+Te vuelves a equivocar. El alma inmortal, como hemos dicho antes, no existe porque se restringe con el resto almas inmortales; la idea de un ser inmortal superior hemos dicho que es absurda porque no existe algo más infinito que el infinito. Nosotros no somos dios. Nosotros no tenemos alma inmortal. 

-¿Entonces?

+Nosotros, seres finitos, nos hemos inventado ideas infinitas para hacer de nuestra finitud algo aparentemente infinito.

-Pero... ¿Por qué?

+Pues muy sencillo... por algo inherente en el ser humano: el temor y las ansias de infinitud.

-¿El temor a la muerte?

+Exacto y, más que a la muerte... a morir sin ser recordado, sin que haya constancia en este mundo de nuestro paso. Así mismo, el miedo a dejar de "ser" y no saber lo que hay "después" si es que hay algo.

-Pero la muerte es algo natural, nadie debería tenerla miedo.

+Claro que es natural, al igual que es natural en los seres humanos tenerla miedo. El miedo es tan irracional como no tenerlo.

-Entonces... según tú, no existe ni el alma inmortal ni dios porque aspiramos a ser seres infinitos.

+¿Ves? lo has entendido. Sin embargo, sí que creo en una inmortalidad, aunque no es la del alma.

-¿Y qué inmortalidad es esa?

+La de la existencia

-No te sigo.

+¡Oh no te preocupes! lo harás... pero antes tengo que explicarte mis dos conceptos de "ser" y "existir", sino no comprenderás nada.

-Explícame, tengo curiosidad.

+Para mí, "ser" es simplemente estar, sin más. Estar en esta vida, levantarme por las mañanas, ir a la universidad o a trabajar, llegar, comer, dormirme la siesta, encender el ordenador etc. "Existir", sin embargo, es otra cosa aún más grande, grandiosa y complicada. Para mí existir es "vivir" ¿A qué me refiero con "vivir"? me refiero a vivir la vida según tus propias convicciones, apetencias, impulsos, creencias, ideas, deseos, sueños... es decir... vivir como quieres vivir, no como quieren que vivas. Esto es algo harto complicado pues, como decía Kant, en esta vida existe una contradicción: el "querer ser" y el "poder ser"

-Entonces según tú, en esta vida, no siempre existes, porque no siempre puedes hacer aquello que quieres o crees más conveniente.

+Exacto. Mi vida es esa contradicción. Hay veces que soy y existo, y otras veces que tan solo soy. 

-No veo qué tiene que ver esto con lo de la inmortalidad de la existencia.

+La inmortalidad de la existencia para mí sería que, mi forma de ver y vivir la vida, trascendiese a mi "ser". Es decir, que, cuando yo muera, mi forma de "existir" siga viva después de la muerte de mi "ser". 

-¿Y dices que eso es posible? lo dudo mucho...

+Pues no dudes tanto. Homero, escribió la Iliada; Platón creó el Mundo de las Ideas; Aristóteles las bases del empirismo; Kant la idea de Ilustración; Marx la idea de marxismo y así sucesivamente con numerosos personajes históricos. Ellos han logrado que su existencia trascienda los límites del espacio y el tiempo. Su ser ha muerto, pero su existencia sigue tan viva como cuando su ser estaba vivo.   

-Han logrado ser inmortales.

+No. Han logrado que su existencia sea inmortal. 

-Quizás la idea de inmortalidad del alma se refiera a eso pero con otras palabras.

+No lo creo, no creo que el mundo haya estado confundido tanto tiempo sólo por una cuestión terminológica.

-O, quizás, la que estés confundida seas tú.

+Ya te lo dije al principio de la conversación... la locura, no es cuestión de estadística.  

sábado, 11 de febrero de 2012

Micro fragmento: educar



Educar no consiste en "implantar" conocimientos, enseñar razonamientos, explicar cuestiones... educar consiste en otorgar las herramientas necesarias al individuo para que piense por sí mismo, sea crítico consigo mismo y con lo que le rodea y, sobre todo, para que vaya a contracorriente

martes, 7 de febrero de 2012

Calidez





El asfalto suda rocío. Hace mucho frío, el aliento es casi tan diáfano como la niebla, que lo impregna todo. No puedo ver más allá de cinco pasos por delante. Las luces de las farolas flotan suspendidas en la nada, con tonos anaranjados... parecen soles moribundos, pequeños soles, de esos que llenan la galaxia. Conforman una avenida. El airecillo gélido estira mi piel, diminutas gotas se adhieren a mi rostro y mis pestañas.
No tengo prisa por llegar a casa, a pesar del frío, se está bien en la calle, y las sensaciones que turban mis sentidos me agradan a la vez que me congelan. La verja de la puerta principal es un témpano de hielo, duele tocarla, la piel parece arder ante el contacto; aún así, logro abrir la puerta y subo las escaleras tiritando, echo una última ojeada a los soles muertos y al cielo lácteo y entro en casa.


Me recibe una bofetada de calidez. Me despojo con placentera lentitud de la palestina, los mitones, la chupa... y voy a la cocina a hacerme un rico café caliente. Es reconfortante el líquido caliente en el organismo después de que tan solo entrara en él un frío que congelaba las entrañas... apuro las últimas gotas y dejo la taza de Betty Boop en el fregadero, ya la colocaré después. 


Mientras subo las escaleras me despojo del jersey, los vaqueros, las zapatillas... ya en la cúspide sólo me viste la ropa interior. Es agradable mirar por la ventana y saber que fuera el viento corta las hojas y la niebla perla los coches de pequeñas gotitas heladas... y que tú estás dentro de casa, desnuda, contemplando al frío, impasible, como si no formara parte de tu realidad, como si el mundo exterior estuviera muy, muy lejos


Entro en la habitación, mi silueta desnuda se recorta en la rendija de la puerta con la luz de los soles muertos, dentro de la gruta todo son tinieblas. Avanzo hasta la cama y me acurruco, y lo abrazo, y hasta que no lo despierto no paro. Sus largas pestañas se desperezan con resignación y me sonríe
Los peluches no son cálidos. Debe ser otra cosa.
-¿Hacía frío?
+Fuera lo hace.



miércoles, 1 de febrero de 2012

Kamikaze


Kamikaze al querer saltar en el vacío de tus ojos, ese vacío tan apabullante que invierte la polaridad de la Tierra. El silencio, el silencio es una esfera, quería decir una espera, una espera de minutos incontables como los granos de arena de esa playa a la que van a romper furiosas mis olas... una esfera que encierra como una cárcel al tiempo que no se precipita al orbe inmediatamente inferior.


Un bosque castaño infinito se extiende hacia tus praderas; hojas marrón claro, que la luz del sol tiñe de ámbar, vuelan con delicados vientos, planeando ligeramente, temerosas de posarse en esa hierba tan pura y que, sin embargo, coloca al instante... 

Arropa a las penas, que con la gélida noche no se constipen, que yo de igual manera arroparé al desasosiego, lo ataré a la cama para que, sonámbulo, no te moleste.

No me des la mano, que no soy ninguna dama. No me pongas la zancadilla, que me raspo las rodillas. La pradera se vuelve angosta, me asfixia... sus vapores opiáceos embotan mi mente... quizás hoy llegue al nirvana. No... para el nirvana sé que tengo que saltar al vacío, a tu vacío.