miércoles, 30 de noviembre de 2011

Bella flor


La flor descubre tímidamente su corola a la luz del sol, con lentitud sus pétalos se desperezan, se acostumbran a la trémula caricia de la mañana. Un cálido vientecillo agita su tallo, la estremece... el sol se acerca y la huele, rico olor a polen.

Sus pétalos... tan suaves bajo las llamas de ese sol radiante y tan frágiles... el calor la llena de vida, el calor la vigoriza. Y el sol en su cénit admira su bella y esbelta figura, la curva de su corola, el vivo color de su piel, la musicalidad del aire que vibra a su lado... el cáliz segrega pegajoso néctar azucarado.

Un sol cegado ante la naturaleza, sobrecogido por la pureza de sus formas, por la perfección de sus pigmentos. El sol se coloca, embriagado por el olor a tierra mojada, enloquecen sus sentidos ante el tango de tan livianos pétalos...

Y es entonces cuando ella se siente mujer, es entonces cuando su desnudo se convierte en arte.


martes, 29 de noviembre de 2011

Descanso del peregrino


En este errar impersonal y vagabundo, en este mar de azufre y queroseno, en esta jungla de incoherencias e hipocresías donde el alma se ve encerrada abandoné mi peregrinar ¿A favor de qué? de bruñidas estatuas de bronce, de regias esculturas de mármol, altos templos plagados de vidrieras de colores que hacen que mi vista, cual catalejo, sea capaz de mirar frente a frente a la vida sin temor, sin temor a confundirse, amparada por la seguridad que da la perspectiva. Cataratas de tristeza que son los poemas, textos decadentes, hirientes, textos que empatizan con un alma torturada, vencida en su errar pero a la vez esperanzada, una esperanza estúpida, como estúpido es el poeta que pretende reflejar la belleza de mi luna.

El sol se filtra por las ruinas de la catedral, esa catedral otrora estilizada, luminosa, imponente y soberbia. Entre sus antiquísimos escombros, descanso de mi caminar baldío.

Pseudoartistas que ante un desnudo, tan sólo pintan el cuerpo; que ante la noche, sólo pintan las estrellas; que ante el mar... sólo reflejan las olas, las gaviotas y el velero. Personas que ante una mirada, ven el color de los ojos; ante una caricia, el tacto de la piel y ante un corazón, sus latidos.

Atravesada por mil rayos de ese sol centelleante que desgasta las piedras, que prende el queroseno del mundo... descanso entibiando mi piel con su lejana aunque reconfortante presencia.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Esas palabras que nunca decimos


Aférrate a ese gramo de vida, quiebra el hueso y lame la rica sustancia del tuétano, deja que vibre tu alma con los más oscuros poemas de tortura y tristeza. Y en la inconsciencia de la nada, deja que el diamante te ilumine con el brillo de sus mil caras, deja que ese arco iris desteñido ilumine el camino hacia el destino en el que no crees.

Cuando las palabras dejaron de servir para comunicarse, reemplazadas por las miradas muertas de cadáveres ultrajados, es entonces cuando la incoherencia se vuelve la realidad y la realidad se torna incoherencia en un vórtice que gira vertiginoso, te marea y provoca que vomites coágulos de sangre, vísceras y sinrazón. La locura de los manicomios es la cordura de esto que llamamos mundo y, los que se creen cuerdos, son en realidad enfermos mentales que encasillan sus pensamientos para vivir más plácidamente.

Si la posibilidad te ahoga tanto como la incertidumbre o la visión del éxito, aferra tanto una como otras y exprímelas como si se tratara de una fruta demasiado madura, extrae el jugo casi pútrido, que tal vez aún alimente.

Todo aquello que queremos decir pero no nos atrevemos. Palabras muertas que encierran la vida o la hecatombe del desvanecimiento, diluidas en corrientes de posibilidades que abruman y que confunden... que al sopesarlas ahogan y al obviarlas hieren.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Entrevista vital


-¿Eres creyente?
+Eso implica autoridad.
-¿Eres libre?

+Eso es una utopía.
-¿Eres feliz?
+Eso es una mentira.
-¿Eres quien quieres?
+No soy lo que no quiero.
-¿Aprendes?
+Más bien desaprendo.
-¿Eres poeta?
+No, soy estúpida.

-¿Amas?
+Te he dicho que soy estúpida.
-¿Qué eres?
+Todo lo que tú no eres.
-¿Qué soy yo?
+Todo lo que yo no soy.
-¿Y este mundo?
+Lo que nos dicen que somos
.



martes, 22 de noviembre de 2011

Apología


Dos piedras en cuencos vacíos. El despiadado orbe se presenta ante un alma límpida y pura, engrandecida por las encrucijadas de sus pliegues. La blanca piel contrasta con el color racial de la realidad, moratones en brazos poderosos que sustentan mucho más que el mundo... el peso propio.

Su reflejo resquebraja cristales y enloquece a locos, su pensamiento inmigrante de tierras lejanas, extranjero en su propia patria, es amnistiado en lo más profundo de su ser... ese ser triste y decadente, que con su halo de luminosa oscuridad ciega a quien lo contempla, impidiendo ver más allá de lo obvio, más allá de lo extraño.


domingo, 20 de noviembre de 2011

Noche, frío, soledad


Una noche sin estrellas, un manto negro, morado y azul oscuro, límpido, con pinta de ser suave arropa la ciudad acostada en el horizonte... cuando llego a mi fría cama, no puedo dejar de preguntarme quién me arropará a mi.

Un jirón de nubes invisible rodea mis hombros, una estrella despistada ilumina mi desnudo y una luna ciega lo contempla... no poseo un cuerpo cálido al que aferrarme pero, lo peor de todo, es que tampoco tengo un sueño en el que refugiarme.

El olor del desarraigo impregna mi cuarto y el ulular del búho en la ventana me desvela ¿Dónde quedó el canto del jilguero? ese que me despertaba por las mañanas con su alegre trinar... ¿Dónde permanece el rico olor a tierra mojada? mi pituitaria atrofiada sólo huele muerte...

Abocada al fracaso, el sueño intermitente me impide elaborar en el sopor del desvelo un destino con más fortuna que el que vislumbro en el horizonte... ese horizonte que guarda miradas indiscretas y el calor de la noche.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Belleza perdida


Me siento enterrada por la nada, por la nada que impera en mi vida. Belleza donde debió haber sida, belleza en un amor impregnado de tristeza, la belleza de la ausencia, la belleza del dolor, la belleza del hastío...

Y, en el fondo, la belleza de esta situación que me lleva a hacer el recuento de la nada que colecciono. La belleza de lo intangible, de lo inefable...

La belleza de ese beso que aunque lo di, no lo recibieron; la belleza de ese abrazo que regalé y no desenvolvieron; la belleza de esa noche que brindé y no apreciaron... de esos versos que escribí y nunca entendieron; de ese te quiero que murmuré y nadie escuchó.

Perdonad que no sea bella, pero mi belleza se la quedaron todos esos momentos.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Belleza apocalíptica


Una piel nívea y fría, unos labios rojos y carnosos, una boca húmeda de veneno, unos ojos que son puertas al infierno, unas manos que corroen como el ácido, unos pechos infectos de gusanos, un cabello fino y quebradizo, negro y largo como la noche. Puta de Satanás.

Unas piernas interminables como el infinito, y entre ellas el licor de la ambrosía para un alma enferma; un templo de carne podrida, una mirada anciana, un suspiro caduco, un corazón abyecto que supura la pus de la ausencia; la sangre ponzoñosa recorre su cuerpo, vigoroso por el frío del invierno; sus huesos se quiebran al andar, como si fueran de cristal. Puta de Satanás.

Y cuando ama, el orbe se paraliza y su lecho se llena de cadáveres; y cuando ama, se aferra al calor de la vida como se aferra la garrapata al pellejo del perro escuálido. Su cuerpo le parece bello, su alma le parece bella... pero la desprecian por su costra de suciedad, por la ulceración de su destino; nadie ve más allá de esos agujeros negros por miedo a ser absorbidos, transportados al erebo que encierran en un silencio clamoroso.

Y el miedo les paraliza, impotente, bebe su sangre, elixir de vida... ese elixir pérfido, falaz... en las plumas de poetas yació moribunda, pero ninguno se molestó en rimar su belleza apocalíptica, nadie se atrevió a dibujar a esta Venus grotesca...

Llorando su pena, se hizo el amor, se escribió versos, se miró a los ojos, se tocó el rostro resquebrajado, abrazó a su alma cual hijo pródigo y no tuvo miedo... extasiada por su ignota belleza se olvidó de la mentira que la rodeaba, esa mentira que llaman mundo.

No es desprecio, es lástima... lástima porque sólo saben apreciar la belleza de las flores.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Abrazos






-¿Me das un abrazo?

+No te gustan los abrazos.

Y ella le dio un abrazo.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Incesto



Cálida caricia, sobre una piel tan fría como la piedad del asesino. Un lento beso en unos labios que arden. Un suspiro prolongado en una cárcel sin oxígeno. La mirada indiscreta al templo divino. El sabor de la ambrosía, en un útero enfermizo. La ligereza del cabello, sobre la pesadez de los pensamientos. El himen desgarrado, de la virtud inexistente. Rico olor de un cuerpo podrido. La voz de una sirena, la mirada de una hechicera, el sinsentido de un político...

Caricias muertas, a un recién nacido. Besos impregnados de ponzoña, a un príncipe dormido. Suspiros de agonía, que cabalgan un orgasmo. Miradas incendiarias, en amarillentos prados. El sabor ácido que cura las heridas. Cabellos, de la negra inspiración divina. Glande perlado del sudor de la vida. El olor repugnante, del agua para el sediento. La ausencia, el calvario, un oasis en el desierto.

Querido gemelo de la infecta placenta, rompe el cordón umbilical de la cordura y nazcamos de nuevo, crezcamos, muramos en nuestro destierro... que el mundo, impaciente, espera nuestro incesto.


viernes, 11 de noviembre de 2011

Abrazados en un te quiero


Permanecían abrazados y él se empeñaba en desgastarle la piel a base de quietas caricias. Ella sentía la calidez de su cuerpo, la musicalidad de su corazón y su suave respiración la mecía, acunándola como una niña, invitándola a cerrar los ojos y soñar con un paraíso similar al que estaba viviendo.

Él la miraba con ternura, ella con serenidad... una serenidad que en absoluto reinaba en su cuerpo sobreexcitado, al borde del colapso, su corazón palpitaba aún con fuerza y tenía que esforzarse por controlar la respiración... las palabras se le apelotonaban en los labios, la lengua quería escapar rauda de esa cárcel incomunicada en la que se veía recluida... palabras... las palabras querían salir a borbotones de su garganta.

-¿Qué estás callando?

+Todo aquello que, si lo pronuncio, cambiaría esta situación para siempre.

-¿Para bien o para mal?

+Esa no es la cuestión... -él la miraba expectante con aquellos ojos otrora llenos de ternura, ahora impregnados de una curiosidad que casi le ahogaba- no quiero que esta tranquilidad, esta serenidad se esfume; no quiero que hilos invisibles me vuelvan a sujetar como si fuera una marioneta; no quiero añorarte cuando te vayas ni esperarte cuando vengas... no quiero mentirte, no quiero decirte la verdad... no quiero sentir ese miedo irracional que me paraliza; no quiero dudar ni quiero arriesgarme; no quiero soñar contigo ni dejar de hacerlo... no quiero besarte y que el mundo se detenga, pero tampoco quiero que reanude su marcha.

Él la abrazó con fuerza y sonrió, esa sonrisa que a día de hoy le seguía pareciendo desconocida. Ella se acurrucó aún más entre sus brazos, con temor a que saliera a correr y nunca más volviera.

-¿Sabes qué? -le preguntó acariciándola la mejilla con suavidad.

+¿Qué?

-Que yo también te quiero.


sábado, 5 de noviembre de 2011

Encinar centenario


Hace un tiempo, andando por el campo, topé con un magnífico encinar. Aquellos grandiosos árboles sin duda eran centenarios, su ramas se alzaban hacia lo alto pretendiendo arañar el cielo azul. Esas copas tan soberbias, tan majestuosas que nunca ningún hombre había domado me sobrecogieron; encinas de troncos fuertes y robustos, sólidos, anclados a la tierra con poderosas raíces kilométricas... eran por lo menos una docena.

Ojala fuera una de esas encinas, ojala perteneciese a su selecto grupo centenario... porque ello significaría que nunca me han podado, que nunca se han aprovechado de mi materia prima, que nunca me han explotado, que nunca han determinado mi crecimiento... eso significaría que viviría en eterna armonía con la anárquica naturaleza.

Porque sí queridos drugos, la naturaleza es anarquía, la naturaleza es un caos ordenado, la naturaleza, como la anarquía, es la máxima expresión del orden...

Aquellas encinas, en su pacífico y silencioso encinar, viven en libertad y armonía consigo mismas porque nunca les han intentado imponer un orden, un fin concreto... y nosotros, hombres podados, hombres explotados, hombres con fecha de caducidad, negamos nuestra propia naturaleza porque a su vez nos la niegan y la tachan de locura...

¿Acaso una encina se conforma cuando le cortan las ramas? ¿Acaso no sigue intentando llegar al cielo como mejor le conviene? ¿Acaso, aunque le quiten sus vestiduras, no vuelve a engendrarlas? nosotros no... nosotros no crecemos porque creemos que no podemos crecer más, porque es lo que nos han hecho creer; nosotros permanecemos desnudos... porque nos dicen que los ideales son tan solo disfraces.