sábado, 29 de diciembre de 2012

A la deriva


Eliminando la capacidad crítica de las personas no solo se está minando la naturaleza del hombre, no solo se le está despojando de su integridad, sino que se le está arrebatando la capacidad de ver las injusticias que le rodean.

Quizás así se consiga una sociedad más feliz, pero también una sociedad de cuerpos vacíos, sin alma, una sociedad de cascaras de nuez a la deriva... se está asesinando el sentido de ser un ser humano, se está  amortajando al individuo y condenándole a la precariedad, a la más descarada, agresiva e irreversible esclavitud.

Puede que me pase toda la vida horrorizada, asqueada y afligida por tantos y tantos crímenes, genocidios, guerras... puede que llore lágrimas de sangre a causa del egoísmo, la avaricia y la soberbia del ser humano. Puede que toda mi vida esté fundamentada en la idea más triste que se pueda tener, que es la del odio a tu propia raza, el odio a lo que eres... pero sé que soy libre de pensamiento, sé que mis ojos aún tienen la capacidad de ver, sé que mi mente es capaz de pensar y expresar lo que mi corazón no siente porque le repugna. Sé que aún tengo la capacidad de sentir y de comprender.

Soy humana y eso me asquea, pero al menos no me es indiferente

domingo, 16 de diciembre de 2012

Eclosión


El bebé nonato, por fortuna, no es capaz de ver a través de las entrañas de su madre. El polluelo tampoco puede ver más allá de la cáscara que le rodea. Y ambos, en su cálida, segura y confortable morada, permanecen ajenos al infecto mundo exterior

Un mundo plagado de miserias, en el que el engranaje del poder parece ser lo único que funciona, que siempre ha funcionado y que siempre funcionará. Un mundo sórdido, cruel, despiadado... que anula al individuo, que lo mata de hambre y frío, que lo mata de ignorancia y lo reduce a una entidad tan oprimida y apaleada que siquiera se puede considerar como real. Un mundo que condena a  la enfermedad, a la exclusión, al aislamiento, a la explotación, a la más patente y terrible homogeneidad. Un mundo que desprecia a las personas, que las vuelve autómatas, sin sentimientos, apáticas, sádicas... Un mundo que transforma a los individuos en parásitos egoístas, ególatras, crueles y sin sentido... Un mundo que destruye todo lo bueno que hay en él y que vuelve extraño cualquier acto desinteresado. Fomento del odio, de la desigualdad, de la discordia y la mentira, de la manipulación y la hipocresía... de todo aquello que hace que el engranaje siga y siga girando, y que el ser humano siga y siga cayendo. 

Pero a ese bebé de grandes ojos y adorable rostro angelical le prometerán un paraíso, un paraíso de bienestar en el que todas las personas son buenas por naturaleza; le prometerán un mundo de oportunidades que lo acogerá, agradecido de su existencia; un mundo en el que siempre tendrá cabida; un mundo que camina a ser un lugar mejor, y en lo que él puede contribuir... le brindan la posibilidad de soñar, pintándole un cuadro perfecto con un campo verde, un cielo azul y una bonita casa de campo blanca... un mundo que será suyo si se esfuerza, si trabaja.

Pero este, el mundo en el que vivo, este nido de pulgas, esta urbe contaminada de necedad, banalidad e ignorancia, no es el mundo que se me prometió. Mi integridad fue vendida desde el momento en el que ese hilo que me ligaba a la apacibilidad y la seguridad fue cortado, desde el momento en que el cascarón estalló en mil pedazos...

Me han parido a un mundo infecto, que por más que intente, que por más que sueñe... no podré cambiar. Un mundo que constantemente intenta anularme, que una y otra vez intenta avasallar mi identidad. Un mundo que me acecha y pretende asesinarme a la vuelta de cada esquina, en cada recoveco... que en cada momento de duda pone en mi mano una pistola, susurrando que dispareUn mundo que pretende aislarme, que quiere que me rinda. Un mundo que me excluye, que me encierra en oscuros sótanos incomunicados. Un mundo que pretende enturbiar mis certezas, que pretende arrollarlas, que desea con toda sus fuerzas destruirlas para volverme un ser débil, endeble, propenso a la depresión y el valium. 

Ya no creo en lo que me prometieron, también he dejado de creer en los demás, no porque el mundo me haya tumbado, sino porque tengo los ojos demasiado grandes. Aquí permanezco, a pesar de todo, erguida, orgullosa, fuerte, íntegra. No han logrado corromperme, no han logrado que renuncie a mi identidad, no han conseguido manipularme. Me mantengo firme, desafiante y altiva... porque mamá: yo sé quién soy y con eso me basta. 

El mundo puede estallar en mil pedazos a mi alrededor, me pasaré años y años hablando a las paredes, arañando puertas, acurrucada en un rincón húmedo y frío, gritaré al viento y el viento ahogará mis palabras, los oídos sordos no descodificarán mi mensaje, los ojos ciegos no apreciarán mi belleza... pero me da igual. En aquel vientre siempre estuve sola, y aprendí a romper el cascarón sin saber pelear. 

Lanzaré una botella al mar, esperando que alguien la lea. No se llama resignación, se llama supervivencia. Espero que más locos llamen a mi puerta. Solo en la locura reside la certeza. Miles de mundos en miles de cabezas enfermas... enfermas de inteligencia



martes, 11 de diciembre de 2012

Filosofía



La filosofía te hace sentir todo lo libre que no te hace sentir la libertad.

martes, 4 de diciembre de 2012

El Océano y la Dehesa





Bravo e indomable. Profundo. Plagado de grandes fosas abisales, desconocidas por todo ser humano. Con gusto por el agua fría, que del cielo cuando cae se funde en su cuerpo. Enorme y vasto, su mirada se extiende por casi todo el mundo conocido. Sus ojos azules, líquidos, observan naturales la iniquidad del mundo que le rodea… costas pedregosas, o sucia e incómoda arena, imponentes acantilados que se esfuerza en destruir con su temible fuerza, abarrotadas playas sembradas de imbecilidad… 

En su pelo se enredan caracolas. Su mundo de bellos corales, plagado de pequeños y extraños seres, de impresionantes e imponentes habitantes, de escurridizas y grimosas criaturas… Su ser es misterio, tan oscuro, tan difícil de ver, tan bello y temido… vestido con estrellas de mar, enjoyado con anémonas. Etéreo, como la medusa que vuela por el espacio. 

Arremolinado por las tormentas, encrespado por el viento, temibles olas se erigen por encima de su cabeza, oscuras, poderosas, braman a las costas que no lo comprenden, que solo lo acogen en un ir y venir continuo. Deja a su paso conchas, algas muertas, medusas que ya no son etéreas…  y que las gentes recogen como tesoros. Falsa belleza, falsa vida, falsa libertad… ¡ignorando los verdaderos tesoros que en su profundidad esconde! Temerosos del peligro, temerosos de la oscuridad… gentes cobardes que huyen de la profundidad, sin comprender que la mayor belleza es aquella que se oculta, es aquella que nunca ha sido explorada.

Separados por tierra y aire, por kilos y kilos de cielo, por interminables distancias, por innumerables obstáculos… allí está, bajo encinas y alcornoques, a la sombra de bellotas. Se extiende por interminables llanos, salpicada por quejigos y olivos, castaños y cerezos en flor… sin vallas ni puertas, sin postigos ni ventanas. Bajo el inclemente sol, bebiendo de la escasa lluvia, agradecida. Fértil. Casa de marranos, licor de bellota, armario de abrigos…

Tan maltratada con el calor, que en seguida una cerrilla prende. Explotada por explotadores que también son explotados. De belleza aun así indiscutible, que guerrea y guerrea contra junio y julio y también agosto, victoriosa con huestes de verde y más verde que se extiende, que tapiza el humus del suelo que preña a las setas, del que los espárragos emergen.
   
El zurrón lleno de bellotas, queso y pan duro. Los cerdos se revuelcan, hurgan con el hocico, las borregas se juntan, en círculo perfecto, como perfecta es la sombra de la anciana encina. Rugoso tronco el del alcornoque, algunos peletos. Pequeños senderos serpenteantes, muchas veredas. Abierta al cielo, regada por diminutos riachuelos. Sembrado el suelo de margaritas, dientes de león y una plaga de ortigas. Alfombra de abono, hoguera de retamas
  
Y la distancia es insalvable, y la liquidez no puede contemplar sus ojos color de la castaña. Él, buscando nuevas costas que realmente lo acojan, que lo inviten a quedarse, anhelando ser descubierto, anhelando  ser comprendido. Ella, buscando que la saquen de sus estaciones, de su rigidez, del determinismo de su existencia, deseosa de que la aprecien, no por sus frutos, sino por quien realmente es… Destinados en la distancia, separados por su naturaleza, tan distinta, a la vez tan pareja; tan diferente, aunque del mismo origen.  Aparentemente irreconciliables, cual dama y labriego, cual eucalipto en este suelo

Y la tierra, recordando el poder de la historia, se fragmentó como lo hiciera Pangea. Las saladas aguas inundaron kilómetros y kilómetros de tierra, absorbieron contaminadas ciudades, arrasaron pueblos abandonados, ahogaron a muertos… el océano arrasó todo lo innecesario, el océano avanzó y avanzó hasta dar con ella, avanzó hasta que sus olas penetraron en la dehesa. Ella, con sus encinas y alcornoques, alimentó sus profundidades, en su extensión acogió a las olas, nadó en las fosas abisales, exploró lo inexplorado, cambió las margaritas por corales
Los dos, juntos en Extremadura, encontraron la búsqueda, desecharon los anhelos, dieron sentido a sus escindidas naturas, arrollaron lo molesto, dando importancia a lo verdaderamente importante… juntos formularon el encuentro reconciliable con el mundo.