miércoles, 26 de noviembre de 2014

Absurdo con mayúscula y con minúscula



Hay temas que se escriben solos. Hablemos del futuro, de todo lo que preparamos para cuando llegue y de cómo el presente pasa y no puedes hacer nada para que se quede porque estás planeando el futuro. Hablemos de cómo si no planeas el futuro, no podrás existir (aunque estés) en esta sociedad que sólo vive en futuro. Serías algo así como un antisistema, y te suicidarías a los 27 porque no tienes dinero para pagar más años. No hipotecas tu casa, hipotecas tu vida; la pagas a plazos.
 El único momento en el que el ser humano de hoy en día no piensa en su futuro es... bueno, supongo que será cuando le llegue la muerte, en esos momentos justo antes de reencarnarte o irte al cielo o a la luz o unirte con el universo o... simplemente morirte; en esos momentos supongo que habrá alguien que piense que su vida ha sido un viaje al futuro del que ahora no puede volver. 
Ahora pensemos en el absurdo. No... no en lo absurdo de todo esto, sino en el Absurdo.

Pues eso... ¿a que ahora te entran ganas de ser antisistema y suicidarte a los 27? 

miércoles, 8 de octubre de 2014

Proceso creativo



Ya me he acostumbrado a pensar en doble plano. Mi mente está dividida en dos realidades, una que se supone que es real y otra tan solo mía. A veces tengo la sensación de que se intercambian los papeles, a veces siento que la “realidad” se esfuma, se volatiliza… Y no me importa, sólo es necesaria para mí de forma secundaria, sólo la necesito para servirme de ella, como si fuera un parásito, y crear mi universo.
A veces camino y mis ojos no ven lo que me rodea, están viendo otra cosa, a otras personas, otras calles, otro mundo… en esos momentos eso es para mí lo real, esas son las personas que me cruzo, esas son las calles que piso. Parpadeo. Y me doy cuenta de que de nuevo he cambiado de plano. No me pone triste darme cuenta de ello, sólo me asombro, otra vez, de la cantidad de tiempo que he estado allí, pensando en aquellos rostros, aquel universo, aquellas leyes que sólo dependen de mí. Cuando estoy en ese plano siento como ellos sienten, pienso como ellos piensan, veo lo que ellos ven… es necesario, lo es para comprender su mundo, para poder construirlo sin esa superioridad inherente al trabajo del dios.
Son tan reales que casi puedo tocarlos…  pero he de volver; me siento como si hubiera sido vomitada por otra dimensión, todo me parece incompleto, feo, incoherente, cruel, mísero… no lo entiendo.

¿Qué clase de dios ha hecho todo esto?


domingo, 3 de agosto de 2014

Animal racional


Un día me contaron la historia de que el hombre es bueno por naturaleza, y otro día me contaron otra historia bien diferente, el hombre es un lobo para el hombre. Durante mucho tiempo no fui capaz de decidir cuál de las dos historias era mi favorita, pero eso también estaba en el guión. Algo como la naturaleza humana, tan voluble, tan frágil, tan débil tan... mísera, no puede estar sujeto a una respuesta tan simple, me dije, y, si lo está, menudo fracaso somos como especie ¿no?
Circunstancias, todo se resume a ello. Sí, las circunstancias tocan mucho los cojones, porque impiden que la respuesta sea blanca o negra. Todo es relativo ¿verdad?, y la relatividad asusta porque impide dar una respuesta clara, de esas que tanto le gusta a las historias. Respuestas absolutas para algo tan cambiante como el ser humano, eso sólo puede obedecer a dos razones: el miedo o la estupidez, y no considero a Rousseau estúpido.
¿El miedo a la incertidumbre, el temor a la falta de respuestas que den un sentido a nuestra existencia o que justifiquen nuestros actos y esa necesidad enfermiza de definir todo, de ordenar y controlar, de creernos tan superiores como para poder definirnos a nosotros mismos como especie son el motivo de definiciones tan maniqueas? tal vez esas definiciones tan solo son la consecuencia de no admitir lo que en el fondo somos, que es algo muy simple: meros animales, ni más, ni menos, que cuando tienen hambre comen, y cuando tienen miedo huyen o atacan.
Debatir sobre si el hombre es bueno o malo sería entonces como debatir sobre el sexo de los ángeles. Podríamos hacerlo, pero sería algo que no lleva a ninguna parte, como bien han demostrado las historias existen argumentos tanto para una postura como para la otra. Cosa diferente es la sociedad, ¡oh sociedad!, qué palabra tan grandilocuente, casi tanto como "bueno" o "malo". La sociedad, como producto humano, sí que sería más susceptible de definición, dado que a los humanos nos gustan tantísimo las definiciones. Por eso hay tantos tipos de sociedades, supongo. O por eso, o porque no somos capaces de ponernos de acuerdo ni siquiera en el tipo de sociedad que queremos (como para ponernos de acuerdo en si somos buenos o malos...).
Los seres humanos somos imperfectos ¿no? como animales que hemos reconocido que somos, y como tales, no se puede esperar de nosotros algo perfecto, y menos una sociedad, que depende de tantas cosas. Sin embargo, se nos llena la boca de orgullo cuando decimos que somos animales "racionales", no sé, para que lo entendáis, es como una manera de decir que estamos por encima de todo y que podemos hacer lo que nos dé la gana porque nadie tiene la suficiente capacidad (salvo nosotros mismos) de cuestionarnos; entonces, como animales racionales que somos, deberíamos ser capaces de crear una sociedad en la que todos juntitos pudiéramos coexistir de la mejor forma posible (y digo "todos" y no "unos pocos"), dado nuestro gran intelecto y esa capacidad tan maravillosa de poner orden en el caos y definiciones a la incertidumbre... Sin embargo, somos unos completos inútiles en este cometido, y no será porque no existan especímenes en nuestra especie que pudieran hacer algo mejor, ni tampoco por falta de voluntad o de recursos, buenas intenciones y un largo etcétera...
Ante una evidencia tan clara qué podemos decir, así, "maniqueamente", pues que la cuestión no está en si somos buenos o malos, sino en admitir nuestra jodida naturaleza, que todos somos animales y, si tan racionales somos, haríamos bien en demostrarlo un poco, porque animal y racional en una misma definición ya es incongruente de primeras y, si no queremos que lo sea, entonces pongamos nuestra razón por encima de las circunstancias, porque si no lo hacemos, nos tendremos que replantear otra definición más de esas que tanto nos gustan o quedarnos solamente con el nombre de pila.


viernes, 27 de junio de 2014

Hilos



Hilos cortantes rajan mi piel, la descuartizan, imposible huir de ellos o al menos lo parece. Cubren todo mi cuerpo sin dejar un solo recodo al descubierto. Todo se esconde bajo su violencia y se ahoga en sangre. Hilos que aprisionan mi carne, hiriéndome si me muevo; que parecen multiplicarse a cada movimiento, como castigándome por mi osadía; que inmovilizan mis miembros, desfiguran mi rostro, ciegan la vista hendiendo mis ojos, y enmudecen mi lengua sajándola a cada palabra.
Sólo huele a hemoglobina y dolor.

Miro a mi alrededor con los restos de mi humor vítreo y no veo nada más allá de los hilos que me suspenden en el vacío, ese vacío que intento comprender en mi celda de alambres, y que me parece mucho más acogedor que mi lecho cortante. Puede ser que otra persona se acostumbrara a este dolor, que el hábito hiciera de la prisión su hogar, y de la tortura de esos malditos hilos un eco lejano que está condenada a soportar; puede ser que esa otra persona llegue a creer en algún momento que el vacío sobre el que está suspendida tiene algún significado oculto, tal vez incluso exista un más allá, es imposible saberlo estando aquí colgada...

Tal vez llegue el momento en que esa persona deje de moverse para siempre, tan solo para evitar que los hilos la corten.

No conozco a esa persona ni tampoco el cuerpo que sitian estos alambres, sólo conozco el dolor que me producen cuando me los intento quitar; ni siquiera sé dónde estoy o quién soy o de dónde vengo... siempre estuve aquí, colgada del vacío, intentando liberarme, sangrando, gritando al silencio, pensando... Siempre estuve aquí, suspendida en líquido amniótico hasta la hora del parto.

Siempre aquí, siempre pensando...
-Vacío, hilos que cortan mi carne; vacío, hilos que cortan mi carne; vacío, hilos que cortan mi carne; vacío, hilos que cortan mi carne; vacío, hilos que cortan mi carne; vacío, hilos que cortan mi carne; vacío, hilos que cortan mi carne... Tan solo vacío. Tan solo hilos que cortan mi carne.
Siempre estuve aquí, suspendida en líquido amniótico hasta la hora del parto.

jueves, 13 de marzo de 2014

¿Mundo de las Ideas?



No servía para ser niña. En vez de jugar en la calle, leía; en vez de buscar amigos, no los quería. Las historias de los libros siempre me parecieron más interesantes que la realidad, me ofrecían muchas más cosas de las que jamás pudo ofrecerme la realidad. La verdad es que siempre he estado en conflicto con lo real.
Si podemos imaginar historias tan increíbles ¿por qué no somos capaces de hacerlas reales?, ¿nos dan miedo nuestros propios ideales y por eso los encerramos en los libros y los enterramos en la historia?, ¿o es que como don Quijote no distinguimos entre realidad y ficción, y resulta que lo que todo el mundo llama real en verdad es una ficción y lo que todo el mundo llama ficción es en verdad nuestra realidad?
Piénsalo... qué es más real, esta realidad en la que el ser humano se ve obligado a vivir de una forma alienada, o los mundos de los libros donde se expresan nuestros universales, nuestros ideales, nuestros sueños y temores reales, lo que realmente sentimos, lo que realmente anhelamos: libertad, amor, igualdad, belleza, esperanza... lo que realmente somos, conceptos; unos conceptos tan perfectos, tan imposibles de creer que decidimos llamarlos ficciones, y a esta gran mentira la llamamos realidad, una mentira tan real que nos la acabamos creyendo.
Quizás eran demasiados universales para algo tan frágil como el ser humano.



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