miércoles, 25 de julio de 2012

Al capricho de las musas



Las musas son caprichosas. Algunos dirían, "como mujeres que son", yo digo que son como niñas, cuando les das un caramelo se contentan y enmudecen; sin embargo, cuando les falta el calor, apremian a la mente, asfixian al corazón y alaban a la tristeza que, ellas saben, siempre les proporcionará algo de lo que poder alimentarse.

La estabilidad es fatal. Todo el mundo sabe que las grandes obras se inspiran en las tragedias de la vida, en los peores crímenes, en las más sórdidas miserias, en las más puras y exacerbadas pasiones... ninguna gran obra se escribió con "el justo medio" tan arduamente defendido por Platón. 


Pero no es hora de filosofar, es hora de escribir, aunque sea una basura como esta que ni siquiera se la comerán las ratas... Confieso, a vosotros no, a mi difunta creatividad, que no sé dónde quedaron esos días en los que la inspiración salía a borbotones de mi cabeza, como si se tratara de un río de sangre que emana de la herida tras ser retirado el puñal... deben haberme curado mientras dormía... o tal vez mientras amaba. 


Pero, querida tristeza, no desesperes ni me hagas desesperar, que algún día volveré y volverás a ser grande, como la garrapata aferrada al escuálido perro. La desesperanza es lo último que se pierde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario