jueves, 1 de agosto de 2013

El mar




La línea del horizonte. Perfecta, pura. Sin más.

El mar se encoje, revienta con furia en la orilla y vuelve a replegarse sobre sí mismo con una fuerza descomunal; por la mañana la marea habrá olvidado conchas en la arena, que la arena a su vez dejará arrastrar por el mar cuando, hambriento, se coma la playa. 

El mar, vasto habitáculo para románticos, inspira la fuerza, la impetuosidad, a la vez que evoca la calma, el sosiego y la paz. Si existe el alma, si las almas van a parar a algún lugar, seguro que es allí, en esa delgada línea que separa los dos mundos; aquella línea donde el cielo se destiñe en colores pastel y la quieta superficie, lechosa, calmada, espera que el típico velero la surque. Reconozcámoslo, siempre que miramos al mar hay un velero ¿de dónde salen? ¿son reales? ¿los ponen ahí las agencias de viajes? 

Sigo con mi camino, los guijarros se clavan en mis pies.

Y mis miedos se reflejan en el negro manto en el que se ha convertido el agua. Su sonido, acompasado, ahora se asemeja a un lamento y mi imaginación me juega malas pasadas... Me apetece dormir allí, en la orilla mismo, junto a las olas que siguen acariciando al continente... pero el miedo asfixia al sueño. Temo que el mar me engulla, me zarandee como a un pelele y termine ahogándome con sus tenazas frías de sal. Por eso me limito a otear una vez más el horizonte, engullido por la más profunda oscuridad pese a la luna, apenas un hilo curvado colgado de las estrellas.

Hipnotizada por la soledad, en aquel páramo de arena y sal, me atrevo a que la negrura empape mis pies, y siento su frío... la humedad sujeta mi piel y la brisa me agita el pelo.
  
Cuando era pequeña jugaba con la arena, construía castillos, me bañaba en la orilla y recogía cochas y caracolas que se perdían antes de llegar a casa. Ahora cuando miro al mar tan solo quiero perderme en su belleza, robar ese maldito velero y buscar almas en el horizonte. Ahora solo quiero perderme con la palabra libertad tallada en la proa y una jodida bandera pirata ondeando en el mástil.... quizás porque he comprendido que buscar conchas en la arena, como si se tratara del más valioso de los tesoros, es un pasatiempo fútil comparado con las miles de estrellas que puedes capturar en las retinas mientras intentas encontrar aquella que te muestre el norte; quizás porque he comprendido que jugar con la arena y bañarme en la orilla tan solo son acciones fruto del apego a la tierra, mero reflejo del temor a lo desconocido que los más ancianos de mi especie han trasmitido de generación en generación; quizás porque ahora entiendo que la verdadera belleza, el significado de la verdadera libertad es lo que realmente da miedo y no el mar. El mar tan solo está ahí para que lo surques. 

1 comentario:

  1. Hola, soy seguidora tuya :)

    Te invito a visitar:
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    http://chicarepertorio.blogspot.com

    Un cordial saludo :D

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