miércoles, 8 de octubre de 2014

Proceso creativo



Ya me he acostumbrado a pensar en doble plano. Mi mente está dividida en dos realidades, una que se supone que es real y otra tan solo mía. A veces tengo la sensación de que se intercambian los papeles, a veces siento que la “realidad” se esfuma, se volatiliza… Y no me importa, sólo es necesaria para mí de forma secundaria, sólo la necesito para servirme de ella, como si fuera un parásito, y crear mi universo.
A veces camino y mis ojos no ven lo que me rodea, están viendo otra cosa, a otras personas, otras calles, otro mundo… en esos momentos eso es para mí lo real, esas son las personas que me cruzo, esas son las calles que piso. Parpadeo. Y me doy cuenta de que de nuevo he cambiado de plano. No me pone triste darme cuenta de ello, sólo me asombro, otra vez, de la cantidad de tiempo que he estado allí, pensando en aquellos rostros, aquel universo, aquellas leyes que sólo dependen de mí. Cuando estoy en ese plano siento como ellos sienten, pienso como ellos piensan, veo lo que ellos ven… es necesario, lo es para comprender su mundo, para poder construirlo sin esa superioridad inherente al trabajo del dios.
Son tan reales que casi puedo tocarlos…  pero he de volver; me siento como si hubiera sido vomitada por otra dimensión, todo me parece incompleto, feo, incoherente, cruel, mísero… no lo entiendo.

¿Qué clase de dios ha hecho todo esto?


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