viernes, 27 de junio de 2014

Hilos



Hilos cortantes rajan mi piel, la descuartizan, imposible huir de ellos o al menos lo parece. Cubren todo mi cuerpo sin dejar un solo recodo al descubierto. Todo se esconde bajo su violencia y se ahoga en sangre. Hilos que aprisionan mi carne, hiriéndome si me muevo; que parecen multiplicarse a cada movimiento, como castigándome por mi osadía; que inmovilizan mis miembros, desfiguran mi rostro, ciegan la vista hendiendo mis ojos, y enmudecen mi lengua sajándola a cada palabra.
Sólo huele a hemoglobina y dolor.

Miro a mi alrededor con los restos de mi humor vítreo y no veo nada más allá de los hilos que me suspenden en el vacío, ese vacío que intento comprender en mi celda de alambres, y que me parece mucho más acogedor que mi lecho cortante. Puede ser que otra persona se acostumbrara a este dolor, que el hábito hiciera de la prisión su hogar, y de la tortura de esos malditos hilos un eco lejano que está condenada a soportar; puede ser que esa otra persona llegue a creer en algún momento que el vacío sobre el que está suspendida tiene algún significado oculto, tal vez incluso exista un más allá, es imposible saberlo estando aquí colgada...

Tal vez llegue el momento en que esa persona deje de moverse para siempre, tan solo para evitar que los hilos la corten.

No conozco a esa persona ni tampoco el cuerpo que sitian estos alambres, sólo conozco el dolor que me producen cuando me los intento quitar; ni siquiera sé dónde estoy o quién soy o de dónde vengo... siempre estuve aquí, colgada del vacío, intentando liberarme, sangrando, gritando al silencio, pensando... Siempre estuve aquí, suspendida en líquido amniótico hasta la hora del parto.

Siempre aquí, siempre pensando...
-Vacío, hilos que cortan mi carne; vacío, hilos que cortan mi carne; vacío, hilos que cortan mi carne; vacío, hilos que cortan mi carne; vacío, hilos que cortan mi carne; vacío, hilos que cortan mi carne; vacío, hilos que cortan mi carne... Tan solo vacío. Tan solo hilos que cortan mi carne.
Siempre estuve aquí, suspendida en líquido amniótico hasta la hora del parto.

7 comentarios:

  1. Interesante debate el de la libertad. Libres como un ser independiente de todo cuanto le rodea. Un ser que no es materia e interactúa con el resto de materia y no se convierte en mera materia actuante. Un ser que decide sin estímulos externos, ¿cómo se puede decidir sin estímulos externos cuando se decide dentro de lo externo? Sí, interesante debate el de la libertad.

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  2. No es decidir sin estímulos externos, sino que estos sean hilos cortantes; he ahí donde está la cuestión

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  3. Eso es mentira, una excusa de cobardes. Piensa que quizás no te corten, que tal vez lo que te sucede es que amenazan con alejarte de ciertas cosas que te gustan. Puede ser que no te hagan un mal en sí mismo, sino que simplemente dejen de hacerte un bien.

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  4. Cobarde? no van por ahí los tiros.
    Lo que quiere decir es que esa persona está rodeada de hilos cortantes; si se intenta zafar, la cortan, pero esa persona aún así intenta librarse de ellos, o al menos espera poder hacerlo, porque de ello depende que sea libre; otras personas sin embargo se acomodan en los hilos o intentan dar alguna explicación de su existencia.

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  5. Vamos a zanjar el asunto con un Guapa, espero que eso no esté dentro de los hilos. Sigue escribiendo.

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  6. Me alegra volverte a leer después de tanto tiempo.
    Supongo que se puede seguir luchando para quitar esos hilos mientras te cortas y buscas la libertad. Todo aquello que deseamos exige un sacrificio. Esos hilos que te suspenden, puede ser el mundo y sus circunstacias. Si te desatas y dejan de suspenderte... ¿sabes dónde caerás?
    De todas formas, y dejando el debate filosófico de lado. Creo que lo has expresado todo francamente bien, usando la metáfora correcta, las palabras adecuadas y que no se puede pedir más.
    Un saludo :)

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  7. Ya hablaremos más detenidamente de esto Isi, cuando te pueda llamar, que aún estoy con un trabajo :(
    Whitejocjer Manson muchas gracias por tus palabras. Vivimos quitándonos hilos y conforme crecemos nuevos hilos nos intentan inmovilizar, pero la tragedia no está en cuántos hilos te rodean o cuántos eres capaz de quitarte, sino en por qué lo haces o por qué no y, como tú bien dices, qué pasa después.
    Preguntas.
    Sólo el que se pregunta algo, por mínimo que sea, es consciente de que está inmovilizado por hilos, porque es entonces, cuando se hace esas preguntas, cuando descubre que están ahí y que si quiere seguir respondiendo necesita acabar con todos ellos o al menos entender entender su naturaleza, quién los puso ahí y por qué,
    Dalí decía que el nacimiento suponía un paraíso perdido, que en realidad en vez de nacimiento debería haberse llamado traumatismo, porque pasas de un lugar seguro y amable, a un lugar hostil que constantemente intenta aplastarte. Esta entrada lleva más o menos esa idea: no es una lucha por la supervivencia, sino una lucha por la mera existencia.

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