martes, 31 de marzo de 2015

Pecera


Aquí el tiempo se detiene entre los bostezos de las horas. El aire no transita. Ni siquiera siento. Tácitamente, sospechando el lento transcurrir del minutero, acepto seguir adelante; en verdad es tácito, porque el hastío degüella mis palabras.
Ahora.
Ahora recuerdo aquella sensación, tan vívida como el dolor mudo en mi garganta. Certera la certeza me asfixiaba; encerrada en una pecera boca abajo.
Las paredes del mismo cristal, los gritos se pierden en las mismas aguas... todo es tan igual que desesperaría, si no fuera porque ya me aisló, si no fuera porque ya me asfixió, si no fuera porque ya me cortó.
Aquí el tiempo se detiene; el tiempo duele...
Y yo caigo, y me abrazo las rodillas, y me hago punto.... En las horas que se suicidan los cristales mellados siguen cortando mi caída.
Aquí siempre fue así.
Aquí lo único grande eran las horas.
Verticalidad reducida a punto.
El punto a la nada.
La nada en mi.
Y yo aquí.

Ahora.

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