sábado, 26 de mayo de 2012

Tiempo después



Y de nuevo allí estaban, después de tanto tiempo, solos en una habitación. Parece que el alcohol, igual que vence las mentiras, vence la imposibilidad.


-No podía dejarte ir así sola a casa.


+¿Y por eso me traes a tu habitación?


-No. Por eso te traigo a mi casa.


+Has podido pedir un taxi.


-¿Con qué dinero, con el que tú no tienes o con el que no tengo yo?


+Bueno... pues acompañarme.


-Mi casa estaba más cerca; además, no podría haber vuelto solo.


+Claro, el caso es que todo se resume al fin de la noche en "¿En tu casa o en la mía?"  -emuló ella imitando la voz de un hombre, él río.


-Siempre te estás quejando.


+He nacido para ello, y eso hago.


-Siempre dices esa frase.


+El ser humano es un animal de costumbres


De nuevo él sonrió, con esa sonrisa triste, que le era tan familiar. No había manera de acabar dialecticamente con ella y, mucho menos, cuando se le soltaba la lengua.


-Es que no entiendo qué problema hay, como si nunca hubiéramos dormido juntos.


+Ese es el problema, que hemos dormido juntos -ella se fue quitando la ropa y dejándola encima de una silla, quedándose en ropa interior -¿no tienes alguna camiseta para dejarme? -él la miraba sorprendido- ¡Oh venga! como si nunca me hubieras visto desnuda ¡Vamos!


El chaval removió dentro del caos de ropa arrugada que era su armario y sacó una camiseta de manga larga, negra, que le quedaba grande. A ella le quedaría enorme.
-Toma -él también se fue desnudando, quedándose en calzoncillos, notaba la mirada de ella clavada en su espalda, sus brazos, su rostro...- ¿Qué pasa? ¡oh venga! como si nunca me hubieras visto desnudo -dijo imitándola y rompió a reír al ver su cara de auténtico fastidio.


Ella se recogió el pelo de forma improvisada, unos mechones se le escaparon, rebeldes, y cayeron sobre sus ojos. Se metió en la cama, al lado de la pared, el lado que siempre le dejaba, pese a que era el que más le gustaba.


+Tú tuviste tu momento...


-... no te he dicho nada... -la interrumpió.
+...hay trenes que sólo pasan una vez en la vida -siguió ella como si tal cosa.


-No te he dicho nada -repitió él y se puso boca arriba, mirando al techo, luego recapacitó y la miró- ¿Me das un beso?


+¡Vete a la mierda! ¿No has escuchado lo que te he dicho? tendría que estar en mi casa...


-¿Por qué no quieres darme un beso?


+¡Ah! que todavía lo preguntas... me prometí que no volvería a tocarte, a darte un beso, a estar contigo y es lo que pienso hacer.


-Pues de momento vas mal... me estás tocando y estás conmigo.


+Es algo involuntario, la cama es estrecha y, si mal no recuerdo, me has traído a rastras aquí.


-Claro.. a rastras -sonrió él.


+¿Quieres dejar la suficiencia para otro momento? gracias.


-¿Es una sugerencia?


+Más bien una exigencia.


Ella se dio la vuelta, airada, mirando para la pared y dándole la espalda. Él sonrió de nuevo, le encantaba aquello, le encantaba ella... había tardado en darse cuenta, quizás demasiado, ¿tanto como para que le odiara...? no, no tanto, le gustaba demasiado y ella nunca odiaba, economía del esfuerzo.


-Bueno, podemos hacer una cosa.


+No pienso hacer nada contigo. ¿Es que no lo entiendes? me tuviste... y creo que aún no entiendes lo que significa que "me tuviste". Estaba aquí, como estoy ahora... y tú no eras capaz de ver nada, encerrado en tu pasado, en tu tristeza... no eras capaz de ver nada. Así es que, en medio de esa noche en la que vivías, me fui. Tampoco pareciste darte cuenta de eso...


-Me di cuenta.


+¿Entonces por qué no hiciste nada? -le recriminó, no con dolor, sino con decepción en sus ojos.


-Porque entonces... no podía darte lo que merecías, no podía ser la persona que querías, no podía darte lo que necesitabas.


+¿Y ahora crees que puedes? sigues en el mismo punto que antes. No necesito sexo, no necesito calor, no necesito un jodido abrazo ni que me lleven a casa porque he bebido demasiado. Me voy, no sé que hago aquí -hizo ademán de levantarse, pero él la retuvo, mirándola a los ojos.


-Yo sí que lo sé... has venido para escuchar lo que te estoy diciendo ahora mismo, lo que llevas esperando escuchar años. Pues te lo estoy diciendo. Pero sé cómo eres... lo sé perfectamente, sé que te habrás dicho a ti misma que, aunque lo escuches, no tienes por qué creerlo, que ha pasado demasiado tiempo, que necesitas que te lo demuestre, que no vas a volver a creer en palabras vacuas, en promesas fútiles... sé que te habrás dicho a ti misma que, llegado este momento, no me lo pondrás fácil, que no me tocarás, no me besarás, no me darás la mínima oportunidad de hacerte sentir como te hice sentir, porque eso arruinaría todo lo que has estado ocultando todo ese tiempo...  así es que vamos a hacer una cosa -ella lo miraba con lágrimas de rabia en sus ojos- te voy a robar un beso, un solo beso, así no te traicionarás a ti misma, después de todo... te lo he robado en contra de tu voluntad. Si después de ese beso sigues pensando lo mismo, puedes irte.


+Igual que sabes todo lo demás también sabes que no pensaré lo mismo.


-Lo sé -sonrió él y, sin más, la aferró de las muñecas con una fuerza sobrehumana y la volvió a tender en la cama, ella se resistió, pero no podía zafarse; él se encaramó encima de ella, inmovilizó sus piernas con su cuerpo, ella movía la cabeza de un lado a otro para que no pudiese besarla... pero él cogió sus finas muñecas con una mano y, con una suavidad fuera de lugar en aquel momento, sostuvo su rostro y la besó.


La besó como nunca la había besado hasta aquel momento, sintió que su cuerpo se elevaba, que su mente huía de aquel lugar... fue un beso lento, pausado, él soltó la presa de sus manos y ella acarició su espalda, fibrosa, cálida... justo como la recordaba... entonces le pegó un mordisco en el labio que, enseguida, empezó a sangrar. Él se separó con rapidez, lamiéndose la herida... así parecía incluso más bello... ella se dirigió a la puerta y le miró justo antes de abrirla.


+¿Qué estarías dispuesto a darme?


-Todo.


Se volvió a acercar con lentitud, se subió a la cama, lo miró de cerca... sus ojos de hielo, como siempre, no decían nada.


+No lo quiero todo, sólo te quiero a ti...


Ella lamió su herida, su sangre, olió el aroma de su cuello. Él enredó los dedos en su pelo, rozó la mejilla con su rostro... tan suave...


-El único pasado que amo ahora... es el que pasé junto a ti.

3 comentarios:

  1. Al final hubo lío o no hubo lío????

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  2. Es buena eh... Pues ya tiene representante literario. Al menos durante los 5 años que hemos firmado en contrato. Tenemos el borrador de su primera novela, es la ostia. Ya os informaremos cuando esté a punto de editarse.

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