martes, 5 de junio de 2012

El pacto social está roto



Según Hobbes, el derecho de la naturaleza es la libertad que cada hombre tiene de usar su propio poder como quiera, para la conservación de su propia naturaleza. Por tanto, la condición del hombre es beligerante para con el resto de personas. 


Debido a esto, sigue Hobbes, la razón crea dos leyes, la primera, es que el hombre tiene que buscar la paz y seguirla y, la segunda, defendernos a nosotros mismos por todos los medios posibles. De ambas leyes se desprende nuestra idea de estado, las personas renuncian a ciertos derechos naturales para preservar la paz y, con la paz, a sí mismos, es decir, los hombres hacen un contrato y son los primeros interesados. La democracia es, pues, un contrato, que no se sustenta en la buena fe de los hombres y en su "honrada" palabra, sino que se sustenta en el temor a un castigo si se rompe.


Ahora bien, al igual que se renuncia a ciertos derechos, hay otros de los que no nos podemos desprender, pues de ello depende nuestro derecho natural a la vida. El primero de ellos es que no se puede renunciar al DERECHO DE RESISTIR a quien nos asalta por la fuerza para arrebatarnos la vida, ya que es incomprensible que de ellos pueda derivarse bien alguno para el interesado. El segundo de ellos es que ante la ESCLAVITUD, LAS LESIONES, Y EL ENCARCELAMIENTO no hay beneficio del interesado, por lo tanto, tiene el derecho legítimo de revelarse.


Hobbes tenía una idea de contrato social casi invulnerable, es decir, no "concebía" (o en realidad sí que lo concebía, pero por tanto también creía que la gente, ante la ruptura del contrato, se revelaría de forma instantánea en defensa de sus derechos naturales) que se pudiera romper, pues era algo lógico para la supervivencia de los individuos a la par que necesario. Su idea de estado (aunque no era la única) era democrática, los individuos, mediante votos, ceden parte de su libertad al gobernante; a la par que asamblearia, pues no vale con la mayoría, sino que lo más correcto es el consenso.


Lo que no "sabía" Hobbes, o no lo tuvo en cuenta, es que la democracia o el contrato social podía degradarse hasta límites insospechados sin que nadie se revele; que el enemigo no íbamos a ser nosotros mismos, sino el propio estado (como aglomeración de individuos que se sirven del poder para beneficio propio, tanto los que están en el propio poder, como los que están por encima, como el sistema que los engloba y también los que, aún estado por debajo, también sacan tajada), que ya no existe para garantizar nuestro bienestar y seguridad, sino para autoafirmarse en el poder, vivir del poder y perpetuar el poder, cuando su misión inicial queda ya tan lejos que pocos la recuerdan.


El poder, el estado, actualmente sólo existe para autoperpetuarse, se legitima él mismo y olvida su misión, la misión por la cual existe. Actualmente, el estado o la "democracia" en la que vivimos no tiene ningún sentido de ser, pues no realiza su labor, sino que nos arrebata esos derechos, a los cuales no hemos renunciado: EL DERECHO DE RESISTIR si atacan nuestra vida, EL DERECHO DE REVELARNOS ante la ESCLAVITUD, LAS LESIONES Y EL ENCARCELAMIENTO.


Tenemos la concepción de la democracia como algo intocable, pues, dentro de todos los sistemas que existen, es el "menos malo" (yo discrepo), pero no es así, la democracia, como todo, tiene que evolucionar y, como todo, también se degrada. Así mismo se ha perdido el fin único de la democracia que  es el bien común, y eso, ya queda bastante lejos en nuestros días, pues se ha convertido en el bien de unos pocos a costa de otros muchos.


Tenemos el derecho legítimo de protestar y resistirnos ante un ataque a nuestra vida, a nuestra dignidad y a nuestros derechos naturales.

1 comentario:

  1. Magnífico. Magnífico. No esperaba menos de quien saldrá el segundo apellido de Julia.
    Por cierto, muy bien dados los últimos retoques.

    ResponderEliminar