jueves, 5 de abril de 2012

El absurdo y su consiguiente nada



Quien más y quien menos, una vez o varias en la vida, por alguna determinada circunstancia llega a la conclusión de que esta vida, de la forma en la que está planteada, al igual que este mundo, son total y perdidamente absurdos. Ese absurdo de la vida y del mundo en el que vivimos nos conduce a la nada más absoluta, esa nada tan difícil de soportar para el ser humano desde el principio de los tiempos. Por ello, cuando nos damos cuenta de ese absurdo, de esa futilidad... tendemos a reafirmarnos aún más en nuestras creencias, ideas, falsas identidades.   


El ser humano tiene la necesidad de explicarlo todo,  la necesidad de guiarse por algo en esta jungla que llamamos existencia... para ello se ve irrevocablemente movido a dividir su realidad, a crear nuevas realidades, nuevas concepciones que mueven masas... masas deseosas de una explicación, de un sentido, de un camino que seguir, una meta que alcanzar, de un fin por el que vivir... incapaces de crear el suyo propio, o enfrentarse al vacío.


Y así, a lo largo de la historia, la mitad de los habitantes de la tierra está "enfadada" con la otra mitad del planeta. Unos son musulmanes y otros cristianos, unos comunistas y otros capitalistas, unos pobres y otros ricos, unos negros y otros blancos... el mundo se divide en buenos y malos y cada sector afirma poseer la verdad, su verdad, que no tiene por qué ser la mía o la tuya... nos acomodamos a lo que hay, nos posicionamos en uno u otro grupo, porque ello nos hace sentir seguros, fuertes, nos reafirma en una identidad que necesitamos, una identidad que nos salvaguarda de la nada... he ahí lo relativo. Es mi verdad, igual que puede ser la tuya. Soy cristiano, igual que he podido ser musulmán.


Y pensar en todas las consecuencias de esta visión dualista de la realidad... esas consecuencias sí que empujan a la nada... porque hacen ver lo absurdo de la realidad y lo efímero de la vida. Poco o nada nos separa de un individuo de la Edad Media, somos más viejos, pero se nos olvidó acompañar la vejez de su consiguiente sabiduría.


¿Cuándo aprenderá el hombre a mirarse al espejo y enfrentarse a sí mismo? a aceptar la nada como lo único real, el absurdo como lo único tangible y darse cuenta de que la vida es efímera y no merece la pena dejar que pase defendiendo una idea, una realidad o una creencia que es sólo el producto de nuestra cobardía


No soy nadie si no tengo una meta en esta vida.
No soy nadie si no tengo una ideología definida.
No soy nadie si no trabajo en un futuro o estudio ahora.
No soy nadie si no estoy con alguien y luego tengo hijos o no los tengo.
No soy nadie si no pertenezco a una religión o a ninguna de ellas.
No soy nadie si no vivo en un país.
No soy nadie si no me posiciono en un determinado lugar de la sociedad.


¿Y vosotros sois alguien por seguir una mentira por necesidad? Intento aceptar la nada, cada vez estoy más cerca. Intento comprender el absurdo de la vida, del mundo, cada vez estoy más cerca. Por eso a veces estoy tan triste... me asfixia la identidad que quieren imponerme, me ahoga la posibilidad de que yo también necesite una certeza, un fin último al que asirme.


Quizás como ser humano lo necesite, quizás mi contienda de desligarme y alcanzar la nada, el entendimiento, sea en sí un fin último. Quizás, vagando perdida en el limbo de mis divagaciones y mi inconsciencia logre alcanzar el refugio ascético en la nada, quizás la vida solo sea en sí el refugio ante esas certezas que te ahogan, que te abruman, que te empujan al agujero negro de la existencia... el refugio al que acudes, para olvidarte, que no eres nadie, que vives en la nada y, que lo que te espera, es aún más nada


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