domingo, 29 de septiembre de 2013

Bajo la lluvia


El cielo pesaba demasiado sobre sus hombros. Por los edificios resbalaba el agua, que lavaba el polvo de las calles y el aire, aire que entraba por sus pulmones y le permitía un instante más de vida. Las pequeñas gotas chocaban contra sus ojos casi cerrados, el pelo mojado se pegaba a su cara y sentía cómo el frío se instalaba poco a poco en todos los rincones de su cuerpo. Sin embargo, en absoluto sentía frío, la lluvia llevada por el viento asediaba su cuerpo, pero acariciaba su más recóndita conciencia del yo.

Podían verla a lo lejos, bajando la pequeña pendiente antes de llegar a la plaza. Andaba despacio, como si no estuviera lloviendo a mares o no llegara tarde. Veían el agua resbalar por la forma de su cara hasta precipitarse al vacío desde su barbilla, otras gotas de lluvia tenían más suerte y se precipitaban desde sus pestañas o desde el olor de su pelo.

Se sorprendió pensando que no quería llegar a su destino, que quería seguir vagando bajo aquella lluvia sin pensar o sentir nada más allá que el frío calando de vida su cuerpo. Sólo quería sentir la lluvia impactar suavemente contra su rostro.
-¿Cómo no coges un paraguas con la que está cayendo?
+No suelo usar paraguas. Me gusta la lluvia.
-Te puede gustar un poco de lluvia, pero no esta lluvia.
+Hasta ahora no sabía que me gustara tanto. Venga, vámonos.

Iba a salir del soportal, como el resto, pero decidió plegar el paraguas. Ella lo vio y se acercó, dispuesta a caminar a su lado.
-Estás empapada.
+Y tú lo vas a estar dentro de poco.
-Tengo curiosidad.
+¿De qué?
-No sé.

Caminó de nuevo bajo la lluvia, declinó la amable oferta de un paraguas porque no lo necesitaba, pero se lo volvieron a ofrecer insistentemente. Le resultó curioso ¿Por qué?
+¿Por qué ese afán por cubrirse de la lluvia?
-Pensé que ya tendrías respuesta para eso.
+No. Simplemente, cuando he salido de casa y he visto que estaba lloviendo, me he dicho... "no necesito un paraguas". Y salí a la calle. Entonces tan solo chispeaba, luego rompió a llover más fuerte, pero seguía pensando que no lo necesitaba.
-Sé que tienes la respuesta.
+Si tanto sabes, de qué tienes curiosidad.
-Esa no es la pregunta que buscas.
+¿De qué tienen miedo a enfrentrarse?, ¿de qué tienen miedo?, ¿de la vida?
¿Por qué llevaba paraguas?, ¿por qué no lo usaba? ¿Le hacía creer que sabía más, o en realidad sabían lo mismo solo que de diferente forma? El agua se enredaba en sus rasgos.
+¿Qué sabes tú?
-Sé pocas cosas. Sé que la lluvia cae y moja.
+Sí, yo también sé eso.
-También sé que hay gente a la que no le gusta mojarse.
+Y gente a la que no le importa.
-O lo necesita.
+O lo necesita.

Se habían perdido en el entresijo de callejuelas estrechas. Esferas de luz colgando de la niebla era lo único que les permitía ver algo a su alrededor. Ni siquiera veían la lluvia, solo sabían que estaba allí porque la sentían resbalar por su piel.   
+Se cubren de sus miedos y, al cubrirse de sus miedos, se cubren también de la vida
-Ahora mismo dirían que estamos perdidos...
+... ahora mismo dirían que estamos mojados.

2 comentarios:

  1. Me gusta demasiado cómo escribes, esos mínimos detalles que magnificas con tus palabras. Por eso siempre me arrepiento de no pasarme más por tu blog. Enhorabuena por la entrada. A ver si me pongo al día con las entradas que has escrito anteriormente.
    Un saludo ;)

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  2. Muchas gracias por tus palabras, me has alegrado el día =)

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