jueves, 1 de marzo de 2012

Mamá



Mi madre antes era preciosa, mucho más de lo que aún lo es. Era delgadita, de buena figura y andaba con tacones de aguja por la Parte Antigua. Tenía un pelo precioso, castaño-rojizo, unos ojos enormes y vivos y una boca amplia de labios marcados. Tenía (y tiene) una mancha en la rodilla que detestaba (y a día de hoy sigue detestando) pero, aún así, sus piernas eran perfectas. 


De gran intelecto, siempre ávida de libros, la corroe la curiosidad, inquieta, disconforme, con demasiada hambre de conocer y volar. Es trabajadora, muy trabajadora, y sacrificada, le encanta su trabajo, pues no es un trabajo, es una pasión. Se esfuerza por ser la mejor en lo suyo y, si no es lo suyo... pues también. Tiene mucha paciencia y mucho amor, sí... sobre todo tiene amor. Siempre ha sabido saltar todos los obstáculos que la vida (o Dios, como ella dice) le ha puesto en el camino y lo ha hecho con éxito, con, o sin ayuda, porque, sobre todo, es independiente


Ahora está sola, allí en el pueblo, que para ella sé que es una cárcel, ahora más que nunca pues, nosotros, mi hermano y yo, le alegrábamos la celda. En eso nos parecemos mucho, una mente inquieta no puede estar sumida en un ambiente tan estático, en una mentalidad tan atrasada... pero, supongo, que el amor mueve montañas o, en este caso, no las mueve, pues ella no se mueve de allí. 


Hay veces que soy egoísta y no quiero que se venga, pero sé que, al final, lo hará. Soy egoísta porque, como ella hizo en su juventud, también ansío la independencia, aunque sea tan solo los días de diario; pero, la realidad, es que eso lo deseo pocas veces... porque la verdad, la mayoría de esas veces la echo muchísimo de menos. Echo de menos estar las dos en el salón leyendo libros distintos o viento la típica peli mala de los domingos...


Ella aunque esté lejos... siempre está cerca., tan cerca... que está en mí, porque yo soy en parte lo que es ella, lo que ella me ha enseñado... aunque, sí, es verdad, tal vez sea, aparte de ella, la oveja negra


Por eso, cuando ella realmente no esté, tan solo estaré yo, una mala copia "revolucionaria".

1 comentario:

  1. La soledad del olvidado. La mente exige benevolencia, el cuerpo reclama venganza, mis cuerdas vocales se ahogan ya que la esperanza tapa reiteradamente con un trapo sucio mi boca. El porvenir ya vino, el ayer congeló en sus entrañas a los mamut que provocaban miedo con sus hondas pisadas. Yo quedé en el fondo de una de estas huellas, tú, tú has cogido una pala y has echado nieve en su interior hasta enfriar mis hombros sin que en ningún momento hayas escuchado mis gritos solicitando una cuerda por la que poder escalar hacia la superficie. Lo entiendo, sólo tenías una, y el mamut dejó suficientes pisadas como para que en el interior de éstas hayan caído unos cuantos. Tuya es la cuerda, pero no será tuya la vida de aquel al que decidas salvar.

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