viernes, 9 de septiembre de 2011

Por fin veo los colores de las flores


Por fin siento que me he liberado de esa telaraña pegajosa, azucarada, liviana que me retenía, que coaccionaba mis pensamientos, que dirigía mis palabras, mis actos, que me limitaba de tal manera que las alas parecían estar amputadas. Esas feas alas membranosas, traslúcidas, frágiles que llevaba a la espalda, muñones ensangrentados carentes de plumas, que ahora se despliegan en todo su esplendor con sus escamas color negro y sus músculos atrofiados llenos de energía y calor.

La sangre circula por mi cuerpo, incluso por el corazón, ese corazón que en algún momento se detuvo sin yo pedírselo, ese corazón que convirtió sístole y diástole en un perezoso movimiento rítmico y sin sentido.

La sangre cálida riega mi cerebro, mis manos, mis ojos. Es dulce y potable, es capaz de viajar a la velocidad de la luz por mis sienes. Mis pupilas dilatadas observan todo a su alrededor con curiosidad, todo estímulo les parece maravilloso e increíble, todo movimiento les inspira.

Ahora la naturaleza espera a ser retratada, el polen a ser recolectado y la simiente a ser plantada, ahora la dulce miel es degustada en el panal y las flores huelen desde su colorida inmovilidad el rico olor que es la libertad.


1 comentario:

  1. Espero que con el tiempo no dejes de ver los colores... Espero siempre encontremos cosas que descubrir.

    No quiero acabar amargado =(

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