sábado, 24 de septiembre de 2011

Vacío


La niebla entra en mi habitación por la ventana, esa ventana de cuyos cristales se apoderó el polvo y la escarcha. La niebla, sigilosa, se adueña del habitáculo... no tengo miedo de que sea Drácula.

Perlas de agua impactan contra mi rostro, la temperatura desciende, el frío es agradable. El corazón ha parado de combatir con la vida, ahora descansa... aunque está triste y vacío. Las lágrimas no acuden a mis ojos abrasados o, si lo hacen, no llegan a precipitarse... temerosas de estampar contra el suelo o, en su defecto, la almohada.

Abrazo mi cuerpo, ese cuerpo mutilado, ajado, anciano de recuerdos... y aún siento la calidez pese a que cada vez más rápido se esfuerza por salir de mis venas. Este vacío es tan extraño... un pozo de negrura, una blanca luminosidad, una nada horrible que desasosiega, que perturba... palabras esquizofrénicas vuelan de mis labios para perderse en la brisa fresca de la noche y paran el tiempo, con susurros alargados, con susurros interminables de incoherencias terribles y abominables.


Una enfermedad de sosiego e imperturbabilidad se apodera de mi cuerpo como un cáncer y no logro acostumbrarme a su poderío rampante, a su fuerza indomable. La calidez de los sentimientos abandona este cuerpo abyecto para alimentar al fuego del erebo...


Tomaré por amante a esa palabra largo tiempo olvidada y los muertos, en el día de los difuntos, peregrinarán... para luego volver a sus tumbas de cristal opaco y tierra preñada de gusanos.


4 comentarios:

  1. Pinceladas de una realidad que no te satisfacen, momentos que olvidas no con la memoria sino con un alma que no está dispuesta a seguir fustigándose con el cortante acero de un deseo que es afilado una y otra vez con la voz de aquellos que no supieron mirarte a los ojos mientras pronunciaban las palabras con las que creían calmar el dolor de sus ausencias futuras. Mentira, todo mentira, todo una patraña de cobardes temerosos de cargar con el fusil con balas de plata que ha de servir para dar muerte a ese vampiro al que tú no temes, pero que aun así, ha de ser cazado por las ágiles manos de un varón que al mirarte éste sí a los ojos, sienta la podredumbre que causa el tiempo en su propio cuerpo, y que conlleva a la ausencia en un futuro de su costilla convertida en la inconsciente dama que, retiene en su pupila la imagen de la siempre limpia capa de un Drácula acostumbrado al vacío de lo infinito.

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  2. sabía que ibas a comentar ahora que no hay nadie de por medio.. No temo a drácula.. temo sentir y k me vuelva a pasar lo mismo.

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  3. el ser humano esta condenado a sentir...aunque parece que los sentimientos cada vez tienen menos importancia en esta sociedad robotica y superficial...

    pink floyd!! buen gusto musical =D

    te sigo.

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  4. Yo solo he comentado lo que creo acerca de la vida de la autora de estas entradas, el hecho de que ésta seas tú, solo es algo casual.

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