lunes, 29 de agosto de 2011

Comentario literario: la sombra de un ciprés es alargada, Delibes



En mi comentario literario de hoy os voy a hablar del gran Miguel Delibes y una de sus grandes obras: "las sombra de un ciprés es alargada". El ciprés es un árbol que está cargado de simbolismo, se le conoce comúnmente como "el árbol de la vida" aunque en Europa es símbolo de duelo.

Delibes se caracteriza por ser un escritor con un uso del lenguaje exquisito, un dominio de las apalabras insuperables, sobre todo a la hora de describir, lo hace casi fotográficamente, con un lenguaje hábil, sencillo y adecuado. Con las emociones es igual, les busca un trasfondo humano y a la vez universal y los mezcla hasta no poder discernir el uno del otro.

En "La sombra de un ciprés es alargada" se nos hace mirar a la muerte sin tapujos, como lo que es, ni más ni menos. Nos presenta un problema filosófico fundamental y omnipresente: el existencial, desde el punto de vista de un niño, como casi en todas sus novelas.


Pedro es un niño huérfano al que su tío deja a cargo de un maestro (Lesmes) en Ávila, una ciudad tan vieja y sombría como el propio maestro. Dicho maestro es un personaje fundamental pues en torno a su idea de lo que es la vida irá moldeando al chiquillo, tanto a él como a Alfredo, un niño que viene poco después de la edad de Pedro.

Ambos se hacen amigos, esa amistad tan sincera que solo existe cuando somos pequeños. Alfredo es un chico risueño y soñador aunque débil físicamente. Pedro es más fuerte, aunque mucho más realista que su querido amigo. A ambos, sin reparar en sus diferencias, el maestro Lesmes los moldea a su imagen y semejanza, inconsciente de lo que ésto va a suponer en sus vidas. Alfredo, como ser soñador es menos vulnerable a esas ideas que Pedro que, poco a poco, siempre le va dando la razón a su maestro.

Lesmes les inculca a los chavales que la existencia es cruel y despiadada y que hay que estar prevenido con ella... que la vida muchas veces nos arrebata las cosas que más queremos y que, ante esto, lo que mejor que se puede hacer, es permanecer impasible ante las personas, no mostrarles nuestro cariño, siquiera quererlas pues, al hacerlo, corremos el riesgo de que, si algún día las perdemos, el dolor sea inaguantable y nos quiebre. En síntesis: mejor no tener nada antes que tener que perderlo.

Esta concepción pesimista de la existencia queda demostrada con la muerte de Alfredo. Pedro, ante tan trágica circunstancia, comprueba en sus carnes cómo es desprenderse de alguien a quien quiere y llega a aceptar la idea de su maestro de mejor no querer nada para no tener que sufrir al desprenderse de ello.

Esta idea la lleva a rajatabla durante el transcurso de su vida. Elige la profesión de marinero al ser esta solitaria e impedir crear lazos humanos al estar siempre viajando. En parte es una especie de huida, cuando está en el mar, no se tiene que enfrentar a sí mismo sino a la naturaleza, mucho más fuerte e indomable que las personas e igual de poderosa que la muerte, la cual está de forma perenne en su pensamiento.

Esta vida como es normal se le antoja solitaria y con el tiempo falta de alicientes.

"Y un montón de hombres arremetió a tiros con otro montón contra el que nada tenía en realidad".


No obstante el capítulo de la guerra civil lo reafirma aún más en su idea y no será hasta su charla con una afable anciana que le enseña lo que realmente es la vida cuando cambie de opinión. Esa anciana le ensañará más tarde que pronto lo que debió enseñarle su maestro.

Debido a esta charla, Pedro se deja caer en manos de una mujer, Jane, se enamora, incluso se casa... rompiendo así con todas las ideas que le había inculcado su maestro, con todo su estilo de vida, transformándose en un hombre radicalmente opuesto al que era.

No obstante, la vida de nuevo se encarga de demostrarle con dolor que su maestro tenía razón. La muerte es una constante en esta novela, que llega repentina y cruel, como es en sí misma al fin y al cabo. La muerte es el elemento sobre el que se sustenta la vida de Pedro.

Quizás si su maestro no le hubiera inculcado ese pesimismo, esa apatía... no sería así, ésa es la duda que nos plantea Delibes... es decir, cómo una influencia tan clara como la de un maestro en la infancia puede intervenir de manera determinante en la vida de una persona y si esto puede cambiar con el tiempo o no, debido a que es algo que nos han enseñado desde pequeños. Esta duda se puede "transportar" a nuestro día a día y hacernos reflexionar si realmente somos como queremos o como "nos han hecho".

A Pedro lo han forjado en la muerte, a base de golpes, a él siempre le han gustado los cipreses, con sus sombras alargadas y afiladas, como la muerte, a su amigo Alfredo sin embargo le gustaban más los pinos, de sobras redondeadas y chatas.

También nos hace plantearnos si ese "sistema de renuncia" en la vida realmente es práctico, es decir, si Pedro se hubiese atenido a él siempre ¿No habría sufrido tanto? y de ser así ¿Merece la pena? en mi humilde opinión creo que no, prefiero vivir con dolor que vivir sin dolor pero muerto en vida.

Finalmente acabo este comentario recomendando este libro encarecidamente, es de fácil lectura, algo lento quizás y hace meditar sobre nuestra propia existencia. Os dejo una cita que sintetiza un poco la idea de la obra, espero que os guste queridos drugos:

"Las bodas no serían tan frecuentes ni se adornarían con detalles tan superfluos e insensatos si los novios pensasen en su día que uno de los dos ha de enterrar al otro".

2 comentarios:

  1. Me ha encantado este blog. Ya por el título me pareció sugerente, pero esta entrada me ha sorprendido. No pensé que nadie leyera a Delibes, y mucho menos esta novela, que se desarrolla en una plaza por la que paso mucho en Ávila :) Un saludo. Te sigo.

    http://plusdanslequels.blogspot.com

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  2. me agrada que te haya gustado!! sin duda me pasaré por tu blog!

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