domingo, 9 de octubre de 2011

Qué ojos



El sol teñía de sangre celeste el horizonte. Las nubes, mas bien jirones, arropaban al cielo cual sábanas de seda resbalando de la cama hacia un suelo de pinceladas doradas. Sus cuerpos, hijos del invierno, rozaban sus pieles muertas de cenicienta belleza. Se miraban a los ojos, portales del infierno más doloroso. Sus iris, tan duros como el pedernal, la miraban sin ver:

-Sólo puedo darte amor -susurró ella.

+¿Amor?...

-... siempre será mejor que la tristeza.


Y le acarició la mejilla y la carne se tornó ceniza que, arrastrada por el viento agitador de los campos de trigo, se elevó... para luego perderse en el infinito.

2 comentarios:

  1. Oiga, dígame, que es que no he llegado a entenderlo, de quién son los iris.

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  2. ¡He encontrado tu blog en el Tuenti! Y me encanta *-* Te sigo sin pensármelo :3

    ¡Un besito de guau!

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