miércoles, 21 de julio de 2010

Luna: reina de reinas



Un mar en el cielo,
el espejo de una luna
que descansa en el suelo
porque se cansó de velar nuestros lamentos…
La luna lloraba
estrellas que caían como meteoros del firmamento,
que abrían socavones en el cemento,
dejando su estela en el mar de nuestro techo.
Lágrimas bellas,
las más bellas que haya visto el poeta…

Y la luna me contó sus penas.
Tristeza que engaña
la belleza de su redonda cara,
esa tez tan blanca, tan honda.
Perfecta…
Porque ella no necesita maquillaje,
tan solo la luz del sol
para brillar con todo su esplendor.
El esplendor de una reina,
el brillo de un diamante,
la delicadeza de una rosa,
la ternura de un amante…
Ella confidente siempre fiel
de penas y alegrías,
de pasiones y mentiras...
de deseos que solo se expresan de noche,
al amparo de sus largos brazos,
rayos de albor blancos...

tan blancos, como la raya que esnifa el toxicómano,
y tan delicados como las alas de una mariposa
que aletea airosa
por el cielo de mar,
por encima de la luna cansá de tanto escuchar...
que veranea disfrutando de su revolotear,
viajando por los colores de sus alas,
olvidándose de su vida en blanco y negro,
olvidándose de nuestras penas,
olvidando incluso quien es ella...
Reina de Reinas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario