viernes, 18 de noviembre de 2011

Belleza apocalíptica


Una piel nívea y fría, unos labios rojos y carnosos, una boca húmeda de veneno, unos ojos que son puertas al infierno, unas manos que corroen como el ácido, unos pechos infectos de gusanos, un cabello fino y quebradizo, negro y largo como la noche. Puta de Satanás.

Unas piernas interminables como el infinito, y entre ellas el licor de la ambrosía para un alma enferma; un templo de carne podrida, una mirada anciana, un suspiro caduco, un corazón abyecto que supura la pus de la ausencia; la sangre ponzoñosa recorre su cuerpo, vigoroso por el frío del invierno; sus huesos se quiebran al andar, como si fueran de cristal. Puta de Satanás.

Y cuando ama, el orbe se paraliza y su lecho se llena de cadáveres; y cuando ama, se aferra al calor de la vida como se aferra la garrapata al pellejo del perro escuálido. Su cuerpo le parece bello, su alma le parece bella... pero la desprecian por su costra de suciedad, por la ulceración de su destino; nadie ve más allá de esos agujeros negros por miedo a ser absorbidos, transportados al erebo que encierran en un silencio clamoroso.

Y el miedo les paraliza, impotente, bebe su sangre, elixir de vida... ese elixir pérfido, falaz... en las plumas de poetas yació moribunda, pero ninguno se molestó en rimar su belleza apocalíptica, nadie se atrevió a dibujar a esta Venus grotesca...

Llorando su pena, se hizo el amor, se escribió versos, se miró a los ojos, se tocó el rostro resquebrajado, abrazó a su alma cual hijo pródigo y no tuvo miedo... extasiada por su ignota belleza se olvidó de la mentira que la rodeaba, esa mentira que llaman mundo.

No es desprecio, es lástima... lástima porque sólo saben apreciar la belleza de las flores.

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