miércoles, 4 de mayo de 2011

Parte: XVI. Persona prescindible

Ella se sentía como un títere del destino, como una marioneta de rasgos burdos que a nadie importaba, como un desecho que a nadie interesa, siquiera para reciclar. Ella era lo que denominaba, una persona prescindible, una persona prescindible es aquella que puede salir de la vida de los que la rodean y nadie se daría cuenta ni la echaría de menos. No sabía si era así realmente o tan solo era lo que veía a través de su velo de amargura que, a veces la cegaba tanto y la obcecaba de tal manera en la negatividad, que no veía más allá, que no veía titilar las luces en el horizonte, aunque fueran tan enormes como un faro incansable que luchaba porque no naufragara.

Pero ella siempre naufragaba, hacía recuento de su vida y se daba cuenta de que no tenía nada, no sabía muy bien por qué, quizás por su vida disipada, quizás porque realmente nunca había querido tener nada, hacía demasiado daño. Costaba desprenderse de lo bueno, pero qué rápido se acostumbraba uno, ella sin más evitaba ese desprendimiento no teniendo nada bueno.

Había veces en las que se preguntaba por qué era así, por qué era tan negativa, por qué no era capaz de arriesgarse a pesar de quizás pasarlo mal… nunca llegaba a ninguna conclusión, tal vez el pasado, que la asfixiaba, tal vez… el futuro que la desquiciaba o tal vez… tal vez ella no había nacido para eso.

Ella no era capaz de expresar el amor a una pareja, el cariño a una amiga o a la familia, no era capaz de llevar una relación, no se le daba bien estar con los demás, era demasiado individualista quizás, o tal vez tan solo asocial. No veía los convenientes de estar siempre o la mayoría del tiempo rodeada de gente como parecía ansiar el resto del mundo, ella prefería sumergirse en su mundo y dejarse acunar por las palabras de su mente… ella no era capaz de decir te quiero, pero si de cantarlo aunque, tal vez, el destinatario no tuviera la suficiente inteligencia de descifrarlo, inteligencia no, sensibilidad.

Ese era su problema, la sensibilidad, todos sus problemas venían acarreados por la sensibilidad. De toda la vida las cosas le afectaban el doble, tanto las que le pasaban a ella como las que le pasaban a otros, sí puede que a ella nunca la hubieran traicionado pero, si lo había visto en otros ya lo temía... temía ese dolor.

Ese era su problema, que huía de todo aquello que perturbaba su caótica tranquilidad, ella no quería comprometerse pues no quería dañar ni ser dañada, ella no quería tener amigos pues no quería traicionar ni ser traicionada, ella no quería pensar en el futuro, para qué… si ella había nacido para morir… ella solo pensaba en el aquí y ahora, en satisfacer sus necesidades y mantenerse a salvo del mundo, ese que, en otros tiempos, la hizo tanto daño a ella y a los que estaban a su alrededor, ese del que ahora huía con todas sus fuerzas pero con el que siempre se reencontraba de vez en cuando.

2 comentarios:

  1. No se puede vivir con ese miedo; ella se muestra infeliz porque si muriera nadie la hecharía de menos, pero también se mostraría infelíz si le importara a alguien ya que le podría hacer daño.
    En conclución, esa persona no puede ser feliz de ninguna de las maneraa, como bien dice el texto, nació para morir.

    Saludos desde loquelmundonove.blogspot.com

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  2. Ella es depresiva, pesimista y el mundo le ha dado muchas palizas por lo que a optado por renunciar a él para no sufrir más.
    Se ha convertido en una persona dueña de su vida, que es lo único seguro que tiene, pues el mundo constantemente la apalea, le da de lado y la decepciona. Es contradictoria y aunque dice que no le importa en realidad es lo que más le importa. Ante cada decepción se encierra más en sí misma y en su vida autodestructiva llena de vicios y extremos que le alejan de la miseria cotidiana y la acercan más a su esencia.
    Refugiada en si misma se siente segura, a salvo.

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