domingo, 2 de octubre de 2011

Castúo



Las hojas empiezan a amarillearse; olor a tierra mojada y frío por las noches, alivio de esta ardiente carga. Paseando por el campo, las libélulas agitan rápido sus alas, elevándose levemente sobre el agua de la charca. Las setas nacen traicioneras a los pies de troncos de encinas y alcornoques, con sus colores variopintos y diversas texturas; tal vez sean venenosas, tal vez tan solo alucinógenas o un buen caldo para la sopa.

Los hierbajos, la retama, los helechos y la jara, que son la moqueta de la tierra anciana, sobre zócalo de arena de playa, arañan mis piernas, las impregnan de sabia. Te pierdes en la naturaleza como si de un desierto se tratara, buscando un oasis, un oasis salvador que te salvara. El agua es clara, límpida y helada. En su recorrido desde las montañas de sierras escarpadas, acaba refrescando esa garganta tan parca ahora en palabras.

Entre los brezos, tras las flores níveas de la jara, entre los madroños y los eucaliptos chupópteros intento buscar hadas perdidas en un recinto protegido pero lleno de heridas. No encuentro seres fabulosos, tan solo hormigas, lagartijas y alguna que otra rana perdida, alejada del agua que es vida.

Me sorprende la noche fuera del sendero y los miedos me invaden o tal vez tan solo sea el desasosiego. El silencio, hendido por el ulular de un búho, eriza los pelos del pescuezo; el aletear de la lechuza en la rama elevada de un árbol...

El "chillío" inconfundible de un ciego murciélago acongoja el corazón igual que las penas que saqué a pasear a la tenue luz de luciérnagas rodeadas por el olor del romero y la yerbabuena.

1 comentario:

  1. olaaa:) tu blogg es muyy guayy:) jajajaj pasatee por el mioo
    http://theclothingroom.blogspot.com/
    te sigoo:)

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