martes, 5 de abril de 2011

Descarriada como un asteroide al vacío


Hay días o más bien debería decir noches, como las de hoy, en las que haces balance de las cosas, cierras los ojos y piensas en lo que eres, lo que querías ser y lo que te gustaría ser... y te falta poco para tirarte de los pelos hasta arrancarte el cuero cabelludo pues descubres con pasmo que no eres nada de lo que querías ser ni aspiras a nada de lo que te gustaría... simplemente no eres NADA, absolutamente nada.


Y entonces pierdes pie... y trastabillas y te pegas de bruces no contra el suelo, sino contra el evidente muro que es la realidad pero que, hasta esa noche, permanecía velado ante tus ojos. Es entonces cuando me entran ganas de arrancarme los ojos de las cuencas y no ver... no ver porque no me gusta lo que veo... es entonces cuando deseo volver a ser esa niña flacucha y feilla a la que solo le preocupaba si en el recreo jugaría al escondite, su juego preferido, o a la comba.


En parte sigue siendo mi juego preferido, no sé de qué me escondo, pero me escondo... se esconde mi verdadera esencia, se esconde esa cara de la luna que nadie conoce, bueno sí... quizás si, después de todo escribo este blog... pero eso no es nada, eso es solo la punta del iceberg... no sabéis nada, la luna sigue igual de oculta que siempre, igual de oscura, a nadie le interesa conocerla... y la propia luna, cada vez que se mira en el espejo se asusta de sí misma y no sabe por qué... simplemente se dá miedo.


Siente que ya ha fracasado, siente que su estela de polvo de estrellas se ha perdido o le cuesta demasiado seguirla, se desvanece muy rápido... la luna siente que la gravedad ya no la sujeta; que se ha perdido en el espacio y el tiempo infinitos del universo; que un agujero negro la ha succionado y no le permite salir... solo espera que ese agujero negro no la destruya, conserva la esperanza de que tan solo sea un portal a otra realidad, a otro universo paralelo donde la luna por fin pueda mirarse a un espejo.

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