lunes, 25 de abril de 2011

Parte: XV. Sentimiento de grandeza


Y entonces llegó el desfase. Todas las emociones junto con, lo más importante, el sentirse realizada y por un instante incluso admirada, le hacía creer que no tenía límites, eso, con la ayuda de las drogas, el alcohol y la excitación por las nubes hacía una carga explosiva que tenía como contador toda una noche entera que se le presentaba ante sus dilatadas pupilas como un manto de posibilidades a cada cual más promiscua, divertida y extrema.

No podía dejar que todas esas sensaciones y emociones que había logrado recopilar con frenesí en el escenario desaparecieran de su cuerpo con igual frenesí, sería un auténtico desperdicio, quería seguir sintiéndose así, imparable, dominadora, incombustible, triunfadora y admirada…

Celebró con sus compañeros de grupo el buenísimo concierto que habían dado; alcohol, hablar, reír, bailar y escuchar buena música eran los ingredientes perfectos, eso más toda la gente que se acercaba a saludarlos, les hacía sentir importantes, como pocas veces en sus vidas, ellos que supuestamente eran unos fracasados ahora eran los reyes del mambo.
-Vente conmigo por ahí –le decía Irún al oído.
Ella rió, aún era demasiado pronto para tirar de cantera, ella prefería sangre fresca para aquella noche, pero tampoco declinó su oferta, por si acaso.
-Luego hablamos, tengo que saludar a gente.
La habían venido a ver muchos conocidos de la ciudad, pero también bastante gente nueva, empezaban a ser reconocidos, como los locos del Glam Metal. Desde luego habían innovado la imagen musical de la ciudad que hacía años estaba estancada en el rock urbano y el heavy que nunca llegaba a nada.
-¿Cuándo tenéis el próximo concierto? –le preguntaba un chaval, estaba interesado en ella, en el escenario le había visto absorto, completamente ido o por las drogas o por ella, que en parte cuando estaba allí arriba era una especie de droga para las retinas.
-Dentro de quince días, en la sala Metalarium de Badajoz.
-Eso está bien ¡Allí estaré!
-Eso espero…. Tráete a gente si quieres.
-Veré que puedo hacer… -le susurró al oído pero ella le apartó, no le interesaba él precisamente.
-¿A ti también te ha gustado? –le preguntó a quien le acompañaba.
-¡Sí! Habéis estado geniales, tenéis muy buena puesta en escena y…
-¿Quieres una copa? Invito yo –sus miradas se cruzaron y sus ojos fueron lo suficientemente expresivos para decir todo aquello que le quería decir.
-¿Unos chupitos de Absenta? –le retó con sus iris color azul cielo.
-Unos chupitos de Absenta
Sus ojos azules se cerraban cuando la besaba, no sabía si por el peso del alcohol en ellos o por simple romanticismo, si es que el romanticismo existe en los líos de una noche. Se habían ido a la casa de Ana (la chica del Absenta), economía del paseo, simplemente caía más cerca y la excitación no entendía de largas distancias que recorrer.
Se habían desnudado con rapidez, su piel era suave como un melocotón y sus labios extremadamente dulces y más gruesos que los suyos. Su lengua era inquieta, escurridiza y la excitaba mucho, sobre todo cuando andaba por aquellos recovecos que nunca habían sido explorados por otra mujer.

Ella tocaba sus pechos sabiéndolo como hacer y estimulaba sus genitales dándole en el punto justo, era verdaderamente excitante oír gemir a otra mujer, tan cerca, en el oído, provocándola… se escurría entre sus brazos y jugaba al pilla pilla con su boca, la cogía desprevenida con sus caricias, más y más brutales a medida que avanzaba la noche. Las dos acabaron masturbándose mirándose a los ojos y gimiendo sin vergüenza, explorando sus cuerpos como si todo para ellas fuera desconocido…
Si… las emociones del escenario aún estaban a flor de piel ¿No?


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