domingo, 1 de enero de 2012

Añoranza



La noche se presenta oscura, más oscura de lo que es habitual. Camino descalza por un asfalto de cristales rotos y brea aún caliente y, en el caminar de mis recuerdos, el dolor palpita en mis sienes y unas lágrimas como agujas en mis ojos sacan de mi todo mal, como el sacerdote expulsa al diablo del cuerpo poseído.


Tus caricias de ceniza y azahar, encarceladas en mi mente sin posibilidad de amnistía, esta noche pugnan por acariciar una  piel real y no onírica... y he de sujetar mi cuerpo maltrecho a este somier de espinas, he de sujetar mi alma a esta soledad impía... apretar los labios y negarte el beso, aunque solo sea en mi mente. Y vuelves al asalto, una y otra vez, con tu sonrisa y tu piel de seda... con tus ojos brillantes del color del otoño y tu olor a primavera... sólo son las 7 de la mañana.


Doy vueltas en la cama, esta prisión... las sábanas mis cadenas, la almohada mi mordaza... gritos inaudibles emergen de mi boca para ser absorbidos por las más oscura negrura que espera ampararme ahí fuera...

Sólo es añoranza. Duele. Mata.


Cierro los ojos y no es tu rostro el que ahora contemplo.
Son las 9 de la mañana.


Me hago un feto, quiero nacer de nuevo. 


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