martes, 22 de marzo de 2011

Parte: VII. El grupo


-¿Dónde te metiste ayer? Te estuvimos llamando toda la tarde, fuimos a eso que llamas piso y no estabas…
-¿Qué pasa? ¿Ahora tú también vas a ser mi padre? Ya tengo suficiente con uno… ¡Gracias!

-Los que se supone que debemos estar ofendidos sumamente somos nosotros, te lo recuerdo.
-Guárdate tu sarcasmo, coge la puta guitarra y comienza a tocar que es para lo único que vales… papi.
.
Al final ambos acabaron sonriendo. Siempre era así, estaban acostumbrados después de todo a que acudiera cuando le daba la gana, faltara cuando mejor le convenía o convocara reuniones del todo inesperadas. Mientras que el grupo funcionara, la verdad es que les daba un poco igual tanta informalidad, pero bueno habían nacido para protestar y eso hacían… continuamente.

El del sarcasmo era el guitarra del grupo, Irún, caracterizado por su humor agrio y su ironía, ambos de nacimiento, por su hiperactividad y por su positivismo estoico. También era heavy o eso decía, porque en realidad era una mezcla extraña que tampoco importa demasiado, era atractivo, bueno en la cama y se colocaba demasiado deprisa, tocaba como los ángeles (la guitarra y otras cosas menos ortodoxas). Era otra de sus conquistas, esas que tenía repartidas por la ciudad como casitas del monopoli ¡Ah! Y no… no es el chaval del principio de esta mierda de texto, ¡Más quisiera Irún! Demasiado simple para la complejidad de el primer “él”. ¡Oh! Hablando del rey de Roma…

-¿Aún no habéis empezado?
-Tu novia acaba de llegar
-¡No es mi novia!
-¡Pasa de él Ades! Es un gilipollas integral…
-No la hagas caso tío… que lo único que tienes que pasarme es la litrona esa que tienes al lado –rió el chaval enchufando la guitarra al amplificador.
-Una ostia es lo que te voy a pasar –replicó cogiendo la litrona y dándole un buen viaje.
-¡No por Satán! Que soy anticristo.

Todos rieron, siempre, bueno mejor dicho casi siempre era así. Ades los venía a ver de vez en cuando, le ponía ver actuar a Manish, verdaderamente se trasformaba y sí… Irún era un gilipollas integral, pero un buen tío, su mejor amigo… ¡Pero no os escandalicéis! Ya os he dicho que esto no es una relación de amor, aquí todo es políticamente incorrecto, después de todo refugiarse en el sexo, las drogas y el rock and roll es lo que tiene. Era su válvula de escape, su escaparate, su disfraz… idealismos y vicios al extremo, lo típico ¡Por Satán! ¡Odiaba lo típico!

Su grupo tenía un estilo extraño, tocaban Glam metal, las letras eran estilo grunge y ellos una mezcla de todo un poco. Ella tenía su estilo propio, Karlos jugaba con el rollo andrógeno (era la guitarra rítmica) Ángel, el bajista, también era muy heavy aunque no vestía tan extremo como Irún y por último, el batería, Fede, era punky. Pero estas discrepancias estilísticas no se reflejaban en su música, porque en realidad no era “su” música, más bien ellos eran de la música.

En cada letra intentaba reflejar todo lo que la carcomía por dentro cual gusano a una manzana sana, solo que ella siempre había estado podrida. En cada acorde intentaba dejar latente su estilo de vida: sin límite, intenso y sin pausa. La batería era constante, abrumadora… como sus dudas existenciales, siempre de trasfondo y el bajo, el bajo tan solo llevaba la cuenta de sus constantes vitales, como una cuenta atrás en un final no muy lejano, tampoco agobiantemente cercano; el bajo era como un reloj, solo te dabas cuenta del tic-tac cuando era verdaderamente importante.

Así funcionaban, se complementaban muy bien, discutían mucho, sí pero no por la música, sino por el estrés de los conciertos, los plantones en los ensayos o la informalidad de los componentes. “Trabajar” con almas libres es lo que tiene… no se puede pretender atarlas a un horario ni a una rutina porque te mandan a la mierda. Fijaos que he puesto trabajar entre comillas; para ellos aquel proyecto no era trabajar, a pesar de que algunos reducían su día a día al grupo, aquel proyecto era sobre todo vivir, destacar, triunfar… aquel proyecto los sacaba de su miseria personal, de un modo u otro los aislaba de sí mismos por unos instantes, aquellos que invertían en que las gente los entendiera pero que la gente desperdiciaba, estaba claro que no hablaban el mismo idioma.

Como dice Kant el ser humano es insociablemente sociable o sociablemente insociable, ellos eran lo uno y lo otro, más lo primero que lo segundo sin dejar de ser lo segundo menos importante que lo primero.

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