viernes, 15 de octubre de 2010

Cuerpos. Piel. Ella. Él.


Dibujó la sinuosidad de su cuerpo con la mirada, palpó su piel aterciopelada con la pupila y, con el simple brillo de sus ojos, le dijo que quería tenerla... en un aquí y ahora pausado pero frenético, sensible pero violento, de extrema belleza y armonía.
Ella se acercaba con andar pausado, como queriendo deleitarle con el movimiento perfecto de sus piernas, sus caderas, su cintura, sus pechos... él disfrutaba con la imagen, con el juego de claro oscuros en su cuerpo, con su movimiento decadente pero decidido.
Su ojos eran un grito de provocación no disimulado que le miraban pícaros y juguetones. Él sonrió y posó sus manos en esas caderas perfectamente redondeadas y suaves, como toda ella. Su mirada dejó de adorar aquel templo de carne y se centró en sus labios, sediento como estaba de ellos. Pero ella lo echó para atrás con un simple dedo en el pecho, sonriendo, riendo, una risa cantarina y pura... él también rió y, con rapidez, como para pillarla desprevenida, se abalanzó a sus labios y los recorrió con violencia, con rapidez pero paladeando su sabor. Los había echado tanto de menos... ella lo aferró con idéntica fuerza y correspondió a sus violentos besos con más violencia, lo tiró en la cama y se puso a horcajadas encima de él. Ella era tan cálida, el contacto con su piel tan suave. Él quemaba, su piel abrasaba y olía tan bien...
Ella era tan expresiva. Él tan sutil en sus movimientos. Ella. Él. Recorrieron sus cuerpos con las manos, esculpiéndolos, a cada trozo deseándolo. Ella. Él. Resiguiendo los rasgos con los dedos para no olvidarlos, cincelándolos. Ella. Él... se inclinó para besarlo porque no se cansaba, degustaba cada rincón de su cuerpo, porque no se cansaba; él recorría su piel suave como un pétalo de flor, la curva perfecta de sus pechos, su vientre plano, sus largas piernas. Ella buscaba el deseo y lo encontraba en él y a sí misma en su placer...
Fotogramas de labios, cuello, pechos, ombligo, muslos, manos, centímetros y centímetros de piel que recorrer y todo el tiempo, ahora sí, todo el tiempo del mundo para convertir decadencia en agitación, placer en amor, fuego en violencia y violencia en pasión.
Magnetismo incendiario,
deseos primarios,
lenguas de fuego,
besos y abrazos.
Labios y piernas
y cuerpo y piel y vello...
olor y sentimiento.
Dedos recorriendo un cuerpo,
y una lengua saboreando el cuello,
estremecimientos y suspiros,
belleza desnuda,
suda y suda y suda...
cálido cuerpo,
húmeda lengua,
rincones secretos,
manos y piernas...
calor y frenetismo
paz y gloria
sabor y tacto...
placer escondido.
Límite,
decadencia y emoción
fragilidad y violencia
amor y sensación
labios, cuello, ombligo
sudor. Amor.


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