________________________________F.MOCCIA (perdona si te llamo amor)
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Se preguntaba qué le faltaba, qué le faltaba para conseguir aquello que quería; si no era suficientemente buena; si no llegaba a las expectativas si fallaba en algo que... no era capaz de ver. Se levantó, dejó el libro en la mesilla y fue al baño, quizás si se lavaba la cara se despejaba un poco y podría seguir viajando entre esas líneas, más que nada para distraerse. Ya en el baño, evitó mirarse en el espejo, se lavó la cara con agua fría y se la secó lentamente con la toalla de algodón. Olía a suavizante.
Su mirada se cruzó con la del espejo y no pudo apartarla, se quedó absorta en ella misma, en su reflejo. Se acabó de enderezar y recta, con los hombros también rectos y la cabeza erguida se miró al espejo. Se volvió a hacer las mismas preguntas: ¿Qué le faltaba? ¿No era lo suficientemente buena? ¿No llegaba a las expectativas? Su expresión más que pensativa era triste y más que triste alicaída, apática, sin ganas de nada. Sus párpados se abrían y se cerraban con lentitud, otorgándole una expresión de somnolencia, las comisuras de sus labios se tornaban hacia abajo ligeramente, dándole una pincelada de tristeza resignada a su rostro. Respiraba con lentitud, su pelo le caía alrededor, quería sentirlo, pero era demasiado ligero. Entonces pensó ¿Desde cuándo soy yo así? ¿Por qué estoy así? ¿Qué consigo estando así?
-Verás querida... vamos a jugar a un juego -le dijo a su reflejo- debe creérselo todo el mundo, sino perderemos la partida, nadie debe sospechar y es muy pero que muy importante no perder nunca la compostura.
-"¿Qué juego es ese?" -parecía preguntar su reflejo. Sus ojos dejaron de estar somnolientos y su boca pasó de la tristeza resignada a la determinación forzada, la apatía se convirtió en fuerza y sus ojos brillaban con esa fuerza que acababa de adquirir a regañadientes.
-Es un juego muy sencillo... vamos a jugar a ser felices.
-"¿Nadie sospechará?"
-Nadie puede sospechar porque si no perderemos el juego.
Se quedó mirando a su reflejo, una lágrima resbalaba por su mejilla, la miró con rabia. La comisura de sus labios volvió a mostrar tristeza y sus ojos apatía, pero el brillo de la determinación seguía brillando en ellos.
-¿Y qué gano con este juego? -se preguntó a si misma esta vez, no al reflejo, que respondió.
-"Estar un poco mejor, al menos cuando juegues".
-¿Y cuando no esté jugando?
-"Entonces serás verdaderamente tú, pero no te preocupes, estarás a salvo, nadie se dará cuenta; después de todo, tienes una cálida manta, una casa que te resguarda del frío y la lluvia y un buen libro donde enfrascarte e intentar olvidarte de todo".
-Nunca consigo olvidarme de todo.
-"Es parte del juego".
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