sábado, 30 de octubre de 2010

Un cuento

Era sé una vez en una ciudad muy, muy cercana había una casa muy, muy bonita de color rojo. En esa casa, aparcado en la puerta, había un coche más bonito aún, muy blanco y sin un solo rasguño. Un jovenzuelo despreocupado se estaba montando en el. El reflejo del retrovisor mostraba sus ojos, eran preciosos, sus lunares eran más bonitos aún y él… él sí que era bonito de verdad.
Conducía hacia otro pueblo muy menos cercano, porque iba en busca de algo o de alguien qué sabemos acá; el caso es que el coche blanco, que era muy inteligente, puso música para amenizarle el camino al pueblo muy menos cercano al jovenzuelo despreocupado, tan despreocupado que había olvidado ponerla él. El pueblo muy menos cercano era montañoso y hacía más frío, el maravilloso coche blanco puso enseguida la calefacción para que el niño despreocupado, no se acatarrara. Él ni siquiera se había percatado del descenso de temperaturas pues iba fijándose en el maravilloso paisaje de ese pueblo muy menos cercano. Pero entonces, del bosque que delimitaba la carretera, salió una linda muchachita, parecía asustada y desorientada, perdida… era casi tan linda como él pero no tanto.
El maravilloso coche blanco y sin un rasguño se detuvo en seguida y el niño despreocupado se percató de que la muchachita estaba herida y se bajó rápidamente del maravilloso coche que abrió sus puertas automáticamente para dejarla entrar. La niña linda tenía una herida en el pecho, a la altura del corazón, estaba claro que alguien se lo había robado. El niño lindo la cogió en brazos y la metió en el asiento trasero.
-¿Qué te ha pasado? -preguntó el niño lindo
La niña linda sollozaba sin saber qué responder, le dolía el pecho, mucho, tan solo sollozaba. El niño lindo insistió
-¿Quién te ha hecho esto?
-No sé qué me han hecho -respondió ella.
Y él, mirándole la oquedad vacía donde debería estar el corazón le dijo, temeroso de parecer un loco:
-Te han quitado el corazón...
La chica respondió algo que en absoluto esperaba.
-No me había dado cuenta.
-¿Es que acaso no te ha dolido?
-No… porque en realidad, ahora que lo pienso, no me lo han quitado
-Entonces… ¿Qué has hecho con él? –preguntó el niño lindo con suma preocupación.
-Se lo he dado a alguien –respondió ella sencillamente, como si fuera algo obvio.
-¿Y no sabes quién es ese alguien? Podríamos buscarle y pedir que te lo devolviera.
La chica frunció el ceño, no lograba acordarse, era todo muy confuso, le dolía la cabeza de pensar. Con esfuerzo dijo finalmente:
-No me acuerdo… me duele pensar.
-No pienses -dijo el niño lindo, temeroso de causarle aún mayor mal.
-Eso hice… no pensar -dijo ella mirándole con tristeza.
-¿Y por qué no lo pensaste? –preguntó el niño lindo escandalizado.
-Simplemente porque merecía la pena

No hay comentarios:

Publicar un comentario