martes, 8 de marzo de 2011

Aguijoneada por el mundo


Ando cual autómata
sin rumbo fijo
en los límites de la incoherencia
y el desenfreno sin referencia.

El alcohol nubla mi vista,
como un velo grandioso
que me impide ver este mundo odioso.
La droga canaliza en mis pulmones
la ira de todos los aguijones,
que abejas asesinas
me clavaron.
Intenciones homicidas,
los animales ultrajaron mi mente impía.

No tener consuelo,
por no creer en nada.
Dios, inmortalidad, ¿Alma?
Cada vez más dudoso y escéptico
es mi mundo,
anoréxico, esquelético,
paralizado, sin intención de movimiento.

Las certezas se desploman
como se caen las hojas.
Desnudado el árbol
por un cruel viento huracanado,
en su intimidad natural violado,
como me viola a mí todo lo mundano...

Pilares frágiles de una catedral,
sus muros de cristal,
sus torres dan al mar...
la decepción se tira al vacío,
emigra en lo onírico,
y vuelve con el estío.

Subconsciente calorífico
que calienta a alimañas en su orificio.
Ójala pudiera cerrarlo con cemento,
ójala pudiera cubrirlo con excrementos,
quemarlo con queroseno,
ójala pudiera sepultarlo
con los cadáveres de miles de mis muertos.
Profanos pensamientos
y sinsentidos mal expuestos.

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